Urgente: mejorar el salario
El salario más frecuente, de unos 15.000 euros anuales, es claramente insuficiente para mantener una unidad familiar.
La situación económica de España, en términos macroeconómicos, es boyante, como “The Economist” se ha ocupado de desvelar en un análisis que ha sorprendido a muchos: la economía española está actualmente a la cabeza de las de la OCDE. Sin embargo, el sentimiento de bienestar no depende tanto de las magnitudes macro cuanto de la situación personal de las clases medias y bajas, que está estrechamente vinculada al empleo, al salario, a la inflación y a la calidad y cantidad de los servicios públicos universales y gratuitos a su disposición.
Los últimos datos de empleo que acaban de publicarse son asimismo magníficos. Acaban de hacerse públicos los últimos indicadores: el paro registrado desciende en 25.300 personas, hasta los 2.560.718 desempleados, un 5,4% menos que el año anterior y la cifra más reducida para un mes de diciembre en 17 años. Hay casi 146.738 desempleados menos que hace un año. Se consolidan los más de 21,3 millones de afiliados, mientras se superan un año más los 500.000 nuevos afiliados en 2024; tras sumar en diciembre 42.700 afiliados, se acumulan 56 meses de subidas consecutivas de afiliación. España refleja un dinamismo del empleo superior al de otras grandes economías europeas: con un aumento del 8,1% respecto al nivel previo a la reforma laboral aprobada en 2022, por encima de Italia (5,5%) o Alemania (1,7%). El empleo mejora cualitativamente: hay cerca de 14,7 millones de ocupados con contrato indefinido, lo que supone 3,7 millones de trabajadores más desde la aprobación de la reforma laboral.
Los salarios siguen siendo sin embargo bajos: los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta Nacional de Empleo) son de 2022, año en que el salario medio anual fue de 26.948,87 euros por trabajador, un 4,1% mayor que el del año anterior. El de las mujeres fue de 24.359,82 euros y el de los hombres de 29.381,84 (la brecha salarial es del 18,36%, concretamente de 5.212 euros anuales). La actividad económica con mayor remuneración anual fue ‘Suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado’, con 55.470,69 euros. Por el contrario, los asalariados de ‘Hostelería’ tuvieron la ganancia media más baja, con 16.274,71. El salario más frecuente en España en 2022 fue de 14.586, casi la mitad del salario medio.
En 2023, el sueldo medio por hora en España fue de 18,2 euros, un 33% menos que la media de los países de la UE, que es de 24 euros por hora; nuestra cifra marca una diferencia notable respecto a países con economías comparables, como Italia y Francia, donde los sueldos medios alcanzan los 21,5 y 28,7 euros por hora, respectivamente.
En 2024, el salario mínimo español fue de 15.876 euros (14 pagas de 1.134), un 54% más que en 2018. El abanico europeo es muy amplio, y va desde los 2.387 euros de Luxemburgo a los 399 euros en Bulgaria. Pero nuestro parámetro es insuficiente y no constituye lo que podría llamarse ‘un salario digno’.
Es evidente que el concepto de salario digno, suficiente, ajustado, es subjetivo, ya que depende de las condiciones familiares del trabajador, de su lugar de residencia y de la situación económica de contexto. Pero aunque no puedan establecerse concreciones del todo precisas, es claro que, como se desprende de todos estos datos aportados, el salario más frecuente, de unos 15.000 euros anuales, es claramente insuficiente para mantener una unidad familiar, con lo que se explica la sobreabundancia en España de la llamada “pobreza laboral”, que es la situación de carencia de un trabajador que no consigue satisfacer sus necesidades vitales más elementales con la renta de su propio trabajo. Incluso el salario medio, de unos 27.000 euros, es sensiblemente inferior al europeo, y condena a las unidades familiares a una perpetua escasez, sobre todo en las grandes ciudades.
La subida de los salarios no puede lograrse mediante ingenuos voluntarismos ya que el nivel salarial depende de un cúmulo de factores históricos, económicos y sociales. De hecho, la única fórmula eficaz es la que aporta mayor productividad al trabajo, y pasa por la diversificación, por la concentración empresarial, por el fomento de una mayor inversión en tecnología, por facilidades al comercio y a la exportación, por la mejora de la educación mediante inversiones públicas y privadas, y por reformas laborales que estimulen la competitividad. Este ha de ser el gran objetivo de los estados modernos, que tienen a la vista una nueva herramienta prometedora: la inteligencia artificial, probablemente el recurso más eficiente que jamás se haya inventado para escalar la productividad.