La desfachatez de los asesinos
I. Esta semana hemos asistido al fin del argumento que atacaba al Partido Popular por su política de pactos con Vox. Nunca más va a poder usarse. En política, como en la vida en general, todo se define por su relación con el contexto. Nos puede parecer grande el monte sobre el que se levanta nuestro pueblo, pero si le ponemos al lado el monte Everest se convierte en un pequeño bultito que arruga un poco el suelo. La presencia en las listas de Bildu de varios gudaris que se acercaron por la espalda a otras tantas personas, colocaron el cañón de una pistola en sus nucas y apretaron el gatillo, es un monte Everest que, a poca dignidad como país que nos quede, convierte en una serpiente de verano cualquier pacto que el PP pueda hacer con cualquier grupo de extrema derecha.
II. Porque nadie duda ya de que la asociación preferente que el Partido Socialista Obrero Español tiene con Bildu en el Congreso de los Diputados se va a trasladar a un buen puñado de ayuntamientos. Y todo el mundo se ha lanzado a establecer hipotéticas comparaciones con otras asociaciones de delincuentes y partidos políticos —miembros condenados del GAL en las listas del PSOE, violadores excarcelados encabezando candidaturas bajo las siglas de Podemos, maltratadores de mujeres alternándose con mujeres en listas cremallera del PP— tan llenas de presupuestos implícitos como vacías de la menor posibilidad de su existencia. Nos entendieron mal: dijimos que si dejaban de matar su agenda pasaría a formar parte de las opciones políticas, no que la agenda la encarnarían los propios asesinos.
III. “No lo voy a valorar, pero no me gusta nada”, dijo Patxi López, valiente y tajante como siempre, demostrando que en el lenguaje español existen frases hechas que se pueden aplicar por igual a un desfile en la Pasarela Cibeles y a la mayor indignidad que insulta a la democracia española en los últimos años. “Es repugnante que el PP use el dolor de las víctimas para hacer campaña”, dijo Irene Montero, sin manifestarse acerca de lo que le parece que Bildu use la desfachatez de los asesinos con semejante fin. “Hay cosas que pueden ser legales, pero no son decentes”, dijo Pedro Sánchez, provocando millones de escalofríos en la audiencia: traduciendo el pedrosanchés al español, eso sólo puede significar que planea ofrecer carteras ministeriales a esos fulanos en la próxima legislatura.
Epílogo. Aceptémoslo: la inmensa mayoría de las personas ponemos la perpetuación de nuestros prejuicios por encima de la moral más elemental. Somos unos miserables. ¿Siete pistoleros en las listas y todavía hay gente que considera que es peor Vox que Bildu? ¿Dónde ponen el límite? ¿Setenta asesinos? ¿Setecientos? Si todos los candidatos que formasen todas las listas electorales de Bildu hubieran sido miembros de ETA, ¿seguiría algún candidato socialista —no hablo de Lambán, el único que se ha comportado como un demócrata— diciendo que lo que más le preocupa es que la ultraderecha pueda entrar en algún gobierno tras el 28-M? Estamos ciegos. Somos sectarios. La irracionalidad y la inmoralidad siempre han ido de la mano.