Nuevos ataques rusos alcanzan la capital y dejan a miles de ucranianos sin electricidad en el norte. Kiev denuncia el uso de drones kamikaze contra un edificio gubernamental y un almacén en Zaporiyia. El Kremlin no cesa en su estrategia de bombardeos contra infraestructuras energéticas, a las puertas del invierno.
Ucrania acusa a "terroristas nucleares rusos" de secuestrar a dos trabajadores de la central, una práctica ya denunciada varias veces en los últimos tiempos.
La mañana amanece tranquila en Kiev, la capital, atacada tras tres meses de calma. Al menos 19 personas murieron y 105 resultaron heridas en los ataques de ayer en el país.
Putin nombró el sábado a este general como jefe supremo en la campaña de Ucrania. Su fama de crueldad y brutalidad le precede. Lo recuerdan bien en Alepo e Idlib.
Hay medio centenar de efectivos trabajando sobre el terreno y rescatando a supervivientes entre los escombros de los edificios residenciales atacados con misiles S-300. Kiev denuncia un nuevo ataque, esta vez con drones 'kamikaze' iraníes.
La capital de una de las cuatro regiones anexionadas por Moscú se encuentra fuera de control de las fuerzas rusas. Las explosiones han afectado a varios bloques de viviendas y hay personas desaparecidas.
El viceministro de Exteriores, Serguéi Vershinin, ha defendido que la central nuclear más grande de Europa está ahora "ubicada en el territorio de la Federación Rusa".
El gobernador regional asegura que Rusia ha lanzado cohetes contra un convoy humanitario que salía de un centro regional. Moscú advierte que considerará como una agresión a su país cualquier ataque sobre los territorios anexionados.
Las autoridades señalan que es un “procedimiento estándar” ante “una posible emergencia radiológica” por el riesgo de accidente en la central nuclear ucraniana.