No hay botón de apagado. Seguimos adelante y ya está, como el conejito de Duracell hasta las cejas de coca. Día sí y otro también. Estoy segura de que a veces te sientes igual que yo. Por eso me quito el sombrero y aplaudo tus esfuerzos por aguantar desde el amanecer al atardecer.
Me acuerdo perfectamente de aquel día. Seguía en el hospital. Mi marido y mi madre se habían vuelto a casa por la tarde para que el niño y yo pudiéramos descansar un poco. Era la primera vez que me quedaba a solas con mi nuevo y flamante bebé y estaba nerviosa. No me podía creer que fuera mío.
Cuando me quedé embarazada por segunda vez, pensé: "Ya sé de qué va esto". En algunos casos, era cierto. No me estresé ni mucho menos como solía hacer con el primero. Pero enseguida descubrí que el segundo bebé era otra persona diferente, y que aún tenía mucho que aprender.
Después de aguantar a dos niños de tres años en mi casa, puedo afirmar por experiencia que, sin duda, son los seres humanos más insoportables de toda la faz de la Tierra. Es imposible negociar con ellos. ¿Y eso por qué? ¡Porque PASAN DE TODO!
Dicen que los niños nacen con un pan bajo el brazo, lo que no traen nunca es manual de instrucciones. A la hora de prepararse para afrontar el nacimiento y la crianza de un bebé todos solemos preguntar. Pensando en los padres primerizos he preparado una guía de recursos.
Las expectativas que se desarrollan ante un tema tan importante como los hijos son muy altas en una sociedad como la nuestra en la que se retrasa la edad de crianza y se reduce el número de vástagos. Hay un gran choque entre la expectativa personal y social y la realidad de un parto.
Criar a un niño pequeño puede llegar a ser bastante sofocante. De hecho, es asombroso la cantidad de aspectos de la experiencia de ser padre que me recuerdan a la cárcel - completado con un pequeño y sádico alcaide con complejo de Napoleón.