El año pasado, la inminencia de las elecciones generales despertaba expectativas de cambio. Rajoy volcaba sus esfuerzos en convencernos de que él sabría reconducir España, y prometía hacer exactamente lo contrario que luego se ha visto obligado a hacer: subir el IVA y recortar en sanidad. Hoy ya no creemos ni en brotes verdes ni en promesas electorales: sabemos que nos espera el año más duro en décadas.
Recientemente hemos soportado no solo recortes en las subvenciones y ayudas sino cierres de teatros, impagos de administraciones públicas, un modelo de teatro público que no termina de cambiar.