La demanda rígida e incuestionable de exclusividad, sexual y/o afectiva, podría ser el principal motor del comportamiento celoso. Tendemos a transigir con los celos moderados, con los propios y los ajenos. Sin embargo, a medida que aumentan en intensidad o frecuencia minan la autoestima, la confianza, la comunicación o la complicidad.
Es cierto que existen personas con una escasa capacidad para empatizar con el otro, personas que procuran un beneficio en sus relaciones, personas intransigentes, personas que se victimizan, inseguras, controladoras. De manera general, no nos conviene su cercanía. Sin embargo, ¿no es cierto que todos somos potencialmente tóxicos en mayor o menor medida?
Mantener una relación de pareja no siempre es fácil y puede requerir dedicación. La comunicación, el equilibrio, la pasión y la intimidad son elementos clave. A continuación algunas pautas para vivir una relación rápida e intensa, y sufrir mucho en el proceso (o algunos comportamientos y actitudes a evitar para vivir una relación afectiva más saludable).
Una ruptura sentimental es una de las experiencias de cambio más estresantes que pueden atravesarse. El doliente debe entender el daño que ha sufrido, el cambio que atraviesa y las implicaciones de la relación que contribuían en la definición de su identidad como individuo. Ser consciente del impacto de la ruptura facilitará la puesta en marcha de estrategias para sobreponernos.
Siéntate a pensar y anima a tu pareja a que haga lo mismo. Intentad discernir dónde está el origen y orígenes de los conflictos. Hablad y compartid y, si es posible, intentad negociar. Si decidís seguir adelante, un psicólogo/a puede ser un buen apoyo, guía y testigo del proceso para comprender el origen de la tensión y para avanzar hacia una relación más saludable.
Cada vez que dices algo hiriente, dejas una cicatriz en la persona. Las cicatrices mejoran, pero no desaparecen. Cuidar el contenido y la forma en cómo nos dirigimos a la gente es demostrar aprecio y respeto.