Para los musulmanes más fanáticos, que son los salafistas, la música es haram, el término para designar lo prohibido. La teoría es que los cánticos distraen a los creyentes y les impiden concentrarse en la adoración de Alá, por lo que invitan a la desobediencia y deben ser evitados. La prohibición no está en el Corán; el problema es la Sunna.