La forma de hablar de J.M es pausada. Lenta. Sus ojos brillan. Mis preguntas se fueron espaciando. Todo empezó a fluir con un aire de tranquilidad. Se convirtió luego en una conversación. Sólo basta escucharlo para entender que su condición es solo una forma de navegar por aguas que creemos intransitables para quienes no sufrimos la enfermedad.