Según la investigación, dos fideicomisos neozelandeses vinculados a la congregación aportaron 4,3 millones a Seaya Ventures, un fondo en cuya cartera figuran Glovo, Cabify o Wallbox.
Un banco de inversión usó brevemente la compañía para gestionar su patrimonio. Más tarde, el escritor la cerró y declaró en España los activos de la cartera de inversión.
Es imprescindible que se adopten reglas fiscales internacionales efectivas que pongan fin a estas vergonzosas prácticas y permitan un reparto más equitativo de la riqueza.