Tantos años de criminalización y patologización dan como resultado un estigma que aún pervive. A los activistas LGTBI de entonces hay que agradecerles los logros de hoy.
Su triunfo, su transversalidad y su simbiosis con nuestra ciudad, con gente de toda condición y edad, no es una buena noticia para los amantes de “regreso al pasado”.