Madrid tiene su Frinje, con jota. Festival que, a pesar del calor veraniego con el que siempre coincide, atrae una marea de profesionales, jóvenes en edad y/o en espíritu, a las Naves del Matadero de Madrid, y que a poco que uno se deje, es capaz de ofrecerle belleza y emociones.
En ocasiones el teatro va de los márgenes al centro, de salas no convencionales o de los laboratorios de teatro a salas comerciales o institucionales a partir de unos vasos comunicantes que permiten que la profesión se nutra de nuevo talento.
Me senté a ver The normal heart con prejuicios, que tienen su base en este miedo y en cierto recelo a la actitud de la HBO: ¿Por qué la cadena que ha producido tan recientemente Looking y Behind the candelabra decide volver a la ciudad, la temática y el colectivo que ya trató de manera brillante en Angels in America?
Cuando uno se ha acostumbrado a que una obra de teatro de tirón se convirtiera con el tiempo en una película, van los directores (o los productores, o el mercado, o la necesidad, vaya usted a saber qué) y le dan la vuelta. Ahora vamos al teatro y vemos cine.
Los mentideros de las afueras de los teatros de Madrid se llenan de nuevo, pero en esta ocasión, en vez de espadas, relucen fulgentes las tablets. Los primeros meses de la temporada teatral 2014 serán recordados por varios hitos en la investigación y en la puesta en escena de los clásicos.