Incapaces de sacar adelante la legislación básica, Bennett y Lapid tratan de evitar más deserciones en su bloque de ocho partidos. Netanyahu se afila ya las uñas.
Ocho partidos se sumaron para relevar al primer ministro, pero la coalición flaquea: demasiadas diferencias, diputados que rompen la disciplina o que se van con Bibi.
Cuatro atentados en suelo israelí y las operaciones militares posteriores en Cisjordania y Jerusalén Este han elevado la tensión en mitad de las pascuas y el ramadán.
Zelenski ya no sabe dónde acudir y pide a Tel Aviv que le envíe su sistema de defensa antimisiles. Ya hay países como Azerbaiyán donde se usa para protegerse de Rusia.
Bennett, el nuevo primer ministro, promete "sanar" un país dividido tras 12 años de reinado del Likud. Las tensiones en el propio gabinete son el primer riesgo de atranque.
La coalición que aspira a desbancar a Netanyahu tiene enormes retos en economía o seguridad que dependen, aún, de que el primer ministro les quite algún tránsfuga.
El pacto se produce horas antes de que finalizara el plazo y superando las diferencias que hasta el momento habían impedido la formación de un gobierno de unidad.
El líder de Yamina, antiguo asesor de Bibi y exlíder de los colonos en la Palestina ocupada, sería el primer ministro si fructifica la alianza antiLikud.