Madrid se vende en las maletas de quienes una vez vinieron sin saber si iban a quedarse y vuelven a su ciudad de origen unas cuantas veces al año diciendo "vuelvo a casa" cuando regresan aquí. En las bandas sonoras de sus calles, en sus sirenas, en el tañir de las viejas campanas del centro y en las canciones de quienes le dedicaron unas estrofas.
Se habla de que serán varios los cuadros que se trasladen desde El Prado al Museo de la Monarquía, por lo que convendría saber su número e identidad para constatar en qué medida esto afectará al patrimonio de la gran pinacoteca. Es posible que con ello se pretenda dotar al nuevo museo de una atracción pública de la que por sí mismo carece a priori.
Un museo decide comprar la obra del artista a una galería, por iniciativa de un crítico de arte que hace el papel del intermediario: el artista recibe una cantidad, el intermediario otra, y la galería, otra. El precio se incrementa un 300%, pero el artista sólo ha recibido una tercera parte de la cantidad pagada por el museo.