Chirbes, Bolaño, Montero, Grandes, Cercas, Barrera, Aramburu, Pardo, Sanz, Millás, Sacheri o Lavari son algunos de los nombres de autores españoles y latinoamericanos que el resto del mundo leerá en la próxima temporada. Sus derechos de autor, junto a medio centenar de otros escritores con sus últimos libros, son vendidos a agentes literarios de diferentes países e idiomas durante estos cinco días que dura la 68ª Feria del Libro de Fráncfort.
De Celia en la revolución nos dice Trapiello que es "una de las grandes novelas de la guerra civil. La que le hubiera gustado escribir a Baroja, y no pudo: le faltó el conocimiento de primera mano para hacerlo, y la que le hubiera gustado escribir a Max Aub y no supo, al estar preso él, como tantos otros, de prejuicios y "razones históricas".
Fruto de un gran trabajo de investigación se ha publicado recientemente el libro Los Autógrafos de Cervantes, donde la investigadora y catedrática emérita Elisa Ruiz analiza distintos aspectos de doce documentos cervantinos. Unos fueron escritos por el autor del Quijote al cien por cien. Otros, parcialmente. Y los hay donde sólo es suya la firma.
Borges leyó el Quijote durante su infancia y en seguida quedó prendado de aquel autor que se había propuesto narrar aventuras en una lengua vigorosa y auténtica, que había escrito con hondura humana, lejos de la sensiblería. Acaso Don Quijote le sugirió la idea de la literatura como una novedad nunca caduca, un diálogo antiguo y futuro.
Si bé és cert que Cervantes implícitament no dota de la mateixa llibertat a tots els éssers humans, també és ben cert que, amb la personalitat i lliure albir que infon a algunes de les protagonistes de la seva obra i amb defenses a ultrança com aquesta, va fer les dones més lliures i va insinuar camins de llibertat de l'avenir.
Si desde el primer día en que Don Quijote inició sus andanzas literarias Cervantes fue conocido, divulgado, adaptado y querido en Inglaterra, nada tiene de extraño que cuatrocientos años después de su muerte su admirable caballero andante siga tan vivo y lozano sobre la escena de sus teatros. ¡Ojalá pudiéramos decir nosotros algo parecido en España!
Lo más significativo de Cervantes, me parece, es su ambición de lo humano. Cervantes es grande porque imagina personajes capaces de engrandecerse, empeñados en engrandecerse, es decir, en salir de los límites de sí mismos para llegar a más. Vale cualquier cita de Don Quijote, pero pondré ésta: "Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno".
Lo más valioso del cuestionamiento cervantino no radica en un aparente relativismo radical sino en su valor epistemológico y, sobre todo moral: la desarticulación de las verdades arbitrarias. Es mejor quedarse sin una respuesta contundente que vivir consumiendo una ficción como verdad incuestionable.
En El Quijote se atiende al otro, al distinto, se entabla un diálogo con él y se llega a entender su postura. Cervantes no se erige en posesión de la verdad sino que esparce sus dudas, deja que los demás cuenten sus verdades. Ambigüedad, ironía (tan poco entendida ahora, mis disgustos me cuesta), matizaciones, incertidumbres, enmiendas, perspectivas.
Las efímeras es, ante todo, una novela sobre las miserias humanas, y es ahí donde reside su mayor acierto. Es una reflexión sobre la hostilidad de los humanos, sobre los límites a los que la raza humana puede llegar cuando se siente desprotegida, desamparada en un entorno agresivo.