La marca de un país no puede ser solamente el tenista Nadal, la selección nacional de fútbol o Pau Gasol. Si queremos creernos un lugar con posibilidades, tenemos que conocer las historias de éxito de esos empresarios arriesgados y que se la juegan en los competitivos mercados foráneos, de esos directivos que han llegado alto en la cadena de mando de muchas multinacionales o de esos científicos audaces y docentes con gran currículum investigador.