18 medallas y 51 diplomas, unos números aceptables, pero lejos de las proyecciones realistas y especialmente de los mensajes transmitidos desde el 'aparato' deportivo de superar las 22 medallas de Barcelona. España se va de los Juegos Olímpicos con un sabor agridulce, entre sorpresas felices, notables decepciones y la cruel sensación de quedarnos 'a las puertas' en infinidad de escenarios.