El Tribunal Supremo anula los puntos referidos a la promoción y la publicidad de la ley de juego impulsada por Alberto Garzón cuando era ministro de Consumo.
Entre las múltiples funciones que puede cumplir el juego simbólico destaco dos especialmente: una, que puede ser una vía de escape y de elaboración del mundo pulsional del niño; y otra, que va permitir al adulto comprender y conocer a los niños en su verdad, no quedándose con la imagen de niño que tiene en su cabeza.
¿Nos hemos olvidado los adultos de jugar? Sin juego nuestras vidas no sólo son más grises, sino que perdemos la posibilidad de explorar todos los matices de lo posible, de experimentar una libertad auténtica que nos despoja de máscaras y artificios convencionales, de retomar la sensación de que nuestra vida está (un rato al menos) en nuestras manos.
De nada sirve exigirle a un alumno que preste atención a lo que se le enseña. Eso no sirve de nada. Y los maestros, en particular, lo saben bien. Precisamente, lo que se pretende hoy, con esa nueva aproximación a la enseñanza, y que viene conociéndose como neuroeducación es provocar la curiosidad de los alumnos con estímulos docentes.