Lo que importa en todo caso es que ya no hay un PSOE, sino dos, y que se salde como se salde el Comité Federal no hará falta sólo hilo y una sola hilandera para coser el descosido. Porque sepan que a lo que ven y escuchan hay que añadir, como en toda guerra fratricida, las presiones, las amenazas, los dosieres y las coacciones que no han trascendido y que cuentan por los cenáculos que ha habido.
Las claves de la semana pasan por el previsible llamamiento a la unidad nacional que hará Rajoy tras el 27-S tras alimentar la hoguera -no, lo de Morenés no fue un lapsus-; por el "desembarco de Normandía" que protagonizan los socialistas en Cataluña, y por el verso suelto en el que se ha convertido el ministro Margallo, a quien no paran de dar tirones de oreja desde Moncloa.
Más allá de retóricas políticas, volvemos a convertirnos en producto. Si las cosas salen como las tiene planeadas, el casi medio millón de personas ajenas al partido que se darán de alta en el censo de las primarias permitirá al PSOE recomponer su desgastada base social e incrementar el número de simpatizantes.