Las claves de la semana: Es España, estúpido

Las claves de la semana: Es España, estúpido

Lo que importa en todo caso es que ya no hay un PSOE, sino dos, y que se salde como se salde el Comité Federal no hará falta sólo hilo y una sola hilandera para coser el descosido. Porque sepan que a lo que ven y escuchan hay que añadir, como en toda guerra fratricida, las presiones, las amenazas, los dosieres y las coacciones que no han trascendido y que cuentan por los cenáculos que ha habido.

EFE

A Patxi López le duele el PSOE. Así lo ha escrito en su cuenta de twitter. Lo mismo ha rubricado Susana Díaz desde la suya. González también se lamenta, aunque no frecuente las redes sociales y prefiera los micrófonos de la Cadena Ser para expresarlo. Lo mismo Borrell y Madina. Y Almunia, y Zapatero, y Rubalcaba... Y a tantos y tantos socialistas. A todos les aflige el partido, pero ninguno ha debido caer en la dimensión del destrozo irreparable al que todos, unos en mayor medida que otros, han contribuido. Los críticos, con la ausencia de claridad en sus posiciones y los "sanchistas", con una falsaria simplificación del debate político: los de arriba y los de abajo; los del "sí" a Rajoy y los del "no; los de izquierdas y los de derechas; los de la nueva y la vieja política; los de las primarias y los de los congresos...

Borrell ajusta cuentas pendientes

Nada de lo que ha ocurrido esta semana en el PSOE se explica, por mucho que se empeñen, con una sucesión de dicotomías. Hay debate, sí; hay pelea orgánica, también; hay además una innegable lucha fratricida por el poder y hay muchas cuitas personales que vienen de muy lejos. ¿Acaso Borrell no trata de ajustar cuentas con quienes cree responsables de su abrupta salida de la primera línea política en 2003? ¿Tiene razón Guerra cuando se queja por los cenáculos de que González haya desvelado el contenido de una conversación privada con Sánchez? ¿No descubrió él con sus memorias secretos inconfesables nunca antes desvelados? ¿Qué pinta Zapatero en la sala de máquinas desde la que se diseñó la dimisión de los 17 miembros de la dirección? ¿Qué papel y por qué lo ha jugado Rubalcaba en todo esto? ¿Puede ahora Susana Díaz ofrecerse sin más para coser el partido? ¿Es Madina la voz más indicada para expresar el sentir de la oposición a Sánchez?

En el proceloso mundo del socialismo español siempre hay una factura pendiente, alguna cuenta que saldar, una ofensa pretérita que vengar o una herida que aún supura.

Sánchez, sin autoridad política y moral

Con todo, si un secretario general ha perdido la confianza de todos los expresidentes, todos los exsecretarios generales y todos los barones con responsabilidad institucional de su partido debería pensar, cuando menos, que en algo está equivocado. Si además, desde que llegó el PSOE no ha hecho más que acumular derrotas históricas en las urnas, perder influencia en la escena política y enfrentar a las bases con los cargos, por mucho que invoque la legitimidad del voto por el que fue elegido no tiene autoridad moral ni política para seguir sentado donde sigue.

Unos estatutos redactados "en gallego"

Atrincherarse en el apartado c, b, o g de un artículo de los estatutos o en un párrafo de las normas que rigen en no se qué órgano de dirección es una broma teniendo en cuenta que lo que está en juego no es sólo -que ya es mucho- la estabilidad de un partido sin el que no se entendería la historia de este país en los últimos 40 años.

España y su futuro político, social y económico también dependen de lo que ocurra este fin de semana en un PSOE que es sistémico para el modelo de partidos. Así que no, no es sólo el PSOE. Es también España, estúpido, que diría Clinton. Y no porque haya que defender, que no hay defensa posible, que el camino de los socialistas sea el de una abstención en bloque para un gobierno de derechas. Entre los disidentes, el castellano-manchego Emiliano García Page ya ha dicho alto y claro "no" y habrá más.

Una tercera vía

Ese será el siguiente paso: abstención o terceras elecciones. Quizá haya una tercera vía y quizá haya alguien que ya lo haya estudiado como la salida menos dolorosa para un PSOE que tardará años en recuperarse de la era Pedro Sánchez, un secretario general que ha perdido el control de sus actos, y como sostienen algunos, no sólo en el sentido estrictamente político.

Con el tiempo, cuando todo esto pase, se estudiará en las facultades de políticas si el sector crítico del PSOE se equivocó en los tiempos, erró en las formas o se precipitó en la lectura de los reglamentos. Porque nadie sabe por qué y en qué momento se activó la dimisión de los 17 miembros de la Ejecutiva Federal el miércoles por la tarde: si fue por el desafío de Sánchez -que invitó a los disidentes a que se fueran si no estaban de acuerdo con el "no" a Rajoy- o porque había riesgo de que el jueves fueran uno o dos menos. Lo cierto es que una operación que se pensó ejecutar una vez que el Comité Federal tumbara la fecha del congreso ordinario que pretendía Sánchez, se precipitó sin reparar demasiado en las consecuencias.

Luego llegó el delirio del atrincheramiento, las lecturas de parte de los estatutos, el cierre a los disidentes de la sede, las exóticas nomenclaturas como las de una dirección "en funciones" que ya no existía... Y un cambio en el orden del día del Comité Federal para cambiar el congreso ordinario por uno extraordinario. Después, el debate sobre si acudir o no a la cita. Asistir a un cónclave fijado por una dirección que no existe es legitimar a un secretario general que no se reconoce, pero no acudir es permitir que Sánchez se salga con la suya y el 23 de octubre se celebren las primarias que elegirán nuevo líder. ¿Imaginan un PSOE donde las federaciones que controla Sánchez pongan urnas en las sedes y otras que se nieguen?

Dos comités federales

Pues a la cometa aún le queda hilo para dibujar dos PSOE, dos Comités Federales, dos órdenes del día... Imposible de entender para los ajenos a la vida orgánica de los partidos. Quédense con que mañana, salvo que "in extremis" algún casco azul obre el milagro de una solución negociada sobre las formas de lo que se debate (qué votar y qué no), los socialistas se pueden enzarzar sobre qué órgano debe decidir qué y cuándo. Y todo bajo la presión, en la calle, de los militantes que han sido llamados a rodear Ferraz para jalear el atrincheramiento de Sánchez.

A estas alturas, los más avezados del PSOE saben que su normativa actual fue redactada por José Blanco, y "en gallego", añaden. Y esto quiere decir que lo mismo sirven para A, B, C o D. Así que su interpretación, claro está, es sólo cuestión de mayorías. Por eso Isabel Celá (próxima a Sánchez) se niega a convocar a la Comisión de Garantías porque sabe que la proporción son tres (críticos) contra dos ("sanchistas"), no porque no vea disputa alguna que dirimir. Y por eso tres integrantes de ese mismo órgano redactaron un informe que carece de validez alguna por mucho autobombo que se le diera.

Lo que importa en todo caso es que ya no hay un PSOE, sino dos, y que se salde como se salde el Comité Federal no hará falta sólo hilo y una sola hilandera para coser el descosido. Porque sepan que a lo que ven y escuchan hay que añadir, como en toda guerra fratricida, las presiones, las amenazas, los dosieres y las coacciones que no han trascendido y que cuentan por los cenáculos que ha habido.

Intentos para una solución negociada

Por eso hacía falta un mediador y por eso se intentó que fuera Patxi López quien trabajara por una solución negociada que evitara la confrontación en el máximo órgano entre congresos. No fue posible porque quienes (como el asturiano Javier Fernández) pensaron que el diputado vasco podría convencer a Sánchez para un acercamiento, se equivocaron. Ni el vasco abandonó el barco que se hunde, pese a no estar de acuerdo con lo que ordena el capitán, ni logró que éste saltara por la borda ni siquiera con salvavidas.

Tampoco cuajó el intento de Ferraz para que se reunieran de múltiples formas los miembros de la comisión de garantías con una delegación de sendos "bandos" (en el argot "sanchista").

Todo lo que no sea que los militantes voten el 23 de octubre sería para Sánchez una humillación y, pese a la voluntad de acercamiento, se negó a escuchar ninguna propuesta que no desembocara de un modo u otro en ese escenario.

Congreso o gestora

En el PSOE todo es susceptible de empeorar, aunque sinceramente es difícil imaginar algo peor de lo vivido, visto y escuchado esta semana, incluida la sentencia de la presidenta del Comité Federal, Veronica Pérez: "Yo soy la única autoridad". Para tanta supremacía proclamada, la autoridad no logró pasar del hall.

Esto va ya sólo de votar un congreso o una gestora, y no hará falta llegar a la propuesta para fijar la fecha del congreso. En los preliminares estará resuelto. ¿Se sentará lo que queda de ejecutiva detrás de la mesa del Comité Federal? ¿Qué orden del día se aprobará? ¿Quiénes podrán votar? Hace días que unos y otros echan números, pero no se ponen de acuerdo ni en quiénes tienen derecho a voto y quiénes no. Continuará...