¿Tendremos la suerte de que algún Gobierno nacional o supranacional entienda que en el S. XXI la mejor garantía para que haya un flujo continuo, renovado y acumulativo de conocimiento es... ¡la libertad! La libertad de creación, de circulación de ideas, de establecimiento de las empresas de conocimiento, de disrupción creativa del orden establecido de los negocios... y tantas otras libertades que estimulan el conocimiento y su aplicación.