El magnate ruso Yevgueni Prigozhin y, al parecer, la cúpula militar del grupo de mercenarios viajaban en el avión siniestrado en la región rusa de Tver, al norte de Moscú.
El intento de golpe de los de Prigozhin ha obligado al Kremlin a reconocer lo que era 'vox populi': que el conglomerado estaba operado y financiado por Moscú.
Los servicios de Inteligencia de Reino Unido consideran que la red de mercenarios liderada por Yevgeni Prigozhin, se ha visto obligado a reducir su tamaño y a iniciar un proceso de "reconfiguración".
La "Marcha de la Justicia" de junio ha acabado restando poder a los mercenarios de Wagner, que han abandonado, Ucrania, pero no hay disolución ni desaparición. Son necesarios para la maquinaria de guerra e influencia global del Kremlin.
El grupo de mercenarios se mantiene en África, donde sus lucrativos contratos con países poseedores de piedras preciosas o metales valiosos blinda su presente.
La Inteligencia británica indica que el Gobierno ruso busca convertirla en una de "sus principales organizaciones encargadas de la seguridad del régimen".
Lo defienden como una manera de protegerse ante la posible "injerencia extranjera" en el país. En realidad, confirma la advertencia del Gobierno legítimo: que Putin iba a por el país y "toda la región podría caer bajo la influencia rusa" ahora.
Los mercenarios regresan al continente, especialmente al Sahel, donde Rusia mantiene un pulso con EEUU y Francia por el control de sus recursos naturales.