La tan criticada fotografía de Francisco Rivera toreando con su hija pequeña en brazos es la mejor expresión de cómo no deberíamos entender la paternidad y, al mismo tiempo, del modelo de masculinidad que deberíamos superar de una vez por todas, esa imagen de la hombría ligada al heroísmo, a la capacidad de protección, a la seguridad que proporciona un cuerpo fuerte y entrenado para la lucha.