A pie de playa, entre montañas o en el centro histórico de alguno de nuestros bellos pueblos las tardes-noches se vuelven mágicas entre canciones, aplausos y acordes. Este año, comenzaré por el mítico FIB de Benicassim, pasaré por el Jazzaldia de San Sebastián y terminaré por el elitista Starlite de Marbella. Los espectáculos se suceden sin casi dar respiro, alargándose cada vez más en el tiempo y en el espacio.