Migrantes y refugiados son vendidos para trabajar en casas, naves y talleres clandestinos, como cebo para exigir un rescate y también, en el caso de las mujeres, como esclavas sexuales o prostitutas.
Rescatar a tres niñas que iban a ser vendidas como prostitutas en un viaje que hice a la India en 2002 trastocó mi vida para siempre. Era mi primer encuentro con el crimen de la trata humana, también conocido como esclavitud moderna. Saber que no era un asunto del pasado me dejó anonadado. Entendí que ser testigo de ello me convertía en cómplice si no tomaba acción.
"España es el tercer país del mundo que más consume sexo de pago, después de Tailandia y Costa Rica." Es el rotundo titular que dejó la reciente visita de Mabel Lozano al programa de televisión Un tiempo Nuevo de Cuatro con motivo del estreno de su último documental. Pero, ¿es eso cierto?
EEUU nunca ha reconocido formalmente la atroz maldad de la esclavitud, ni se ha disculpado por ella. Pido a republicanos y demócratas que pidan perdón a la ciudadanía estadounidense. Nuestra constante negativa a disculparnos es aún motivo de vergüenza y disensión en nuestro país.
El presidente Obama fue capaz, sin titubear ni chirriarle los dientes, de reconocerle a Rajoy el mérito de haber estabilizado la economía española al haber evitado un caos financiero Un juicio ajeno a los varios millones de personas que han tenido que ser sacrificadas en España.
Se ha encontrado, como el que se encuentra un billete de cinco euros o un bonobus tirado en el suelo, una fábrica bajo las calles de Moscú. Las imágenes televisivas de la salida de los obreros de la fábrica no se parece en nada a la que inmortalizaron los hermanos Lumière, hacia finales del siglo XIX.
¿Y tú cuántos tienes? Leyendo en Ecouterre hablaban de una aplicación con la que calcular el número de personas que strabajan en condiciones de esclavitud para fabricar muchos de los productos que nosotros consumimos.