El joven "llegó demasiado tarde para recibir el tratamiento debido a que ya presentaba los síntomas de la enfermedad que son hidrofobia, euforia y fotofobia"
Padecer una enfermedad no nos da patente de corso, es una realidad incontestable con la que viven muchas personas. Querer ser buen enfermo no supone falta de ánimo, es una toma de conciencia de nuestra realidad primera y desde ahí a por todo lo que podamos, teniendo claro que la enfermedad implica renuncias y también nos abre caminos antes insospechados.