A los hombres siempre les han dado lo mismo los problemas que generan otros hombres. Da igual que sean crímenes, engaños o amenazas, ninguno de ellos viene a cuestionar su identidad ni su modelo de sociedad; en cambio, la palabra de las mujeres sí cuestiona la construcción de la desigualdad que ha situado su espacio natural en lo doméstico y la familia. Por ello resulta tan importante quitarles la voz y restarles credibilidad cuando hablan, para que no puedan relatar lo que sucede tras las paredes del hogar.