Uno no puede entender que la perrera de una localidad que recoge una media de 600 perros al año, con las instalaciones desbordadas, casi colapsada, tenga más novias que un pisito de lujo en el centro que haya salido a concurso de acreedores. Cuando terminas de sumar dos y dos, te das cuenta de que SÍ pueden salir seis si la persona o entidad que se hace cargo de la perrera tiene pocas ansias de velar por el bienestar animal.