La libertad de la Iglesia
La Iglesia ha demostrado su libertad. El Espíritu Santo y la Iglesia, con una sola voluntad, no buscan lo que conviene sino lo que necesitan. El cauce de esa decisión son los señores cardenales que dedican horas a la oración para hacer la voluntad de Dios, con independencia de la oportunidad, de la conveniencia.