Entrevista con Hans Küng: "Ratzinger será un papa en la sombra que quizá pueda inmiscuirse de forma peligrosa"
El teólogo Hans Küng siempre se ha mostrado muy crítico con el pontificado de Joseph Ratzinger, y le decepcionó en particular la última audiencia del papa Benedicto XVI. No se esperaba que el papa dimisionario fuera a decidir quedarse en el Vaticano para seguir ejerciendo influencia. Una situación sin precedentes.
¿Dos papas en el Vaticano?
Quiero dejar claro que no tengo nada en contra de Joseph Ratzinger. Le deseo lo mejor. No tengo nada en contra de una vida agradable, en un lugar en el que le sea posible descansar. Tenemos la misma edad... Al principio, pensé que retirarse a un convento a rezar era una buena decisión. Pero ahora parece que el plan no es ese. Es muy arriesgado tener a un antiguo papa que siga viviendo en el Vaticano. Que no viva en un monasterio. No va a residir entre monjes, sino con las mismas monjas que estaban a su servicio cuando era papa. Tendrá el mismo secretario, el padre George. Quiere permanecer en contacto con los cardenales y con el nuevo papa. Yo tenía miedo de que hubiera un “papa en la sombra” en el Vaticano. Ahora parece confirmarse ese temor. Desde luego, está interesado en prolongar su legado, si no, no habría hecho esto.
¿Qué puede ocurrir?
Bueno, no se va a ir a una montaña a rezar. Va a tener la posibilidad de intervenir de forma constante. Es una situación peligrosa. Preveo muchos conflictos. Yo vivo cerca del Lago Constanza, donde se celebró el Concilio del Cisma de Occidente, que engendró nada menos que tres papas. Sucedió en el siglo XV, en una situación claramente diferente... Pero si, por ejemplo, el futuro papa dice: “Es necesario debatir el celibato de los sacerdotes”, como ha dicho el actual cardenal de Escocia, quien esté en contra apelará al papa anterior [en busca de apoyo].
Otra cosa que debemos tener en cuenta es la división de la curia romana y de toda la Iglesia. Por ejemplo, con el sistema actual, Juan XXIII no habría podido convocar el Concilio.
¿Prevé que se vaya a inmiscuir de alguna forma?
Lo hará de manera secreta e incontrolable.
Ratzinger dice: “Me voy, pero estoy en pleno centro del Vaticano”. Y eso no es positivo. Por supuesto, no tendrá comunicaciones oficiales, pero sí infinitas reuniones privadas. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que el padre George Gänswein, que era el secretario privado del papa recién dimitido, vaya a ser también Prefecto de la Casa Pontificia en el nuevo papado? Él tendrá el control de la antecámara y el poder de decisión sobre las audiencias. Representará un nexo permanente de comunicación entre el palacio pontifical y el papa anterior.
Llevan mucho tiempo preparándolo. Forma parte de una estrategia evidente. No hay más que recordar que a este secretario lo nombró arzobispo en diciembre. La curia lo ha calificado de “nuevo nepotismo”. Y no olvidemos tampoco al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, un amigo y discípulo de Ratzinger, el obispo de Ratisbona. Poco aceptado entre los obispos alemanes...
¿Podrían cambiar estos nombramientos?
En el cónclave lo discutirán, y es posible que la derecha diga: “No queremos a alguien que vaya a cambiarlo todo”.
“Quien asume el ministerio de Pedro pierde toda intimidad”, dijo ayer Benedicto XVI. “Pertenece ya para siempre a todo el mundo, la Iglesia entera”. Como teólogo, ¿es sostenible un “papa para siempre”?
Como teólogo puedo decir que el ministerio petrino, introducido en la Edad Media, no es un sacramento. Uno puede ordenarse como sacerdote, y después convertirse en obispo, pero sigue siendo sacerdote toda su vida. El papa, no. Un papa no se ordena. No interviene ningún sacramento.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia