Los padres tienen la obligación de enseñar a sus hijos lo que significa el anonimato y lo que se esconde tras esa palabra; en la red siempre hay que desconfiar, no todo el mundo es quien dice ser y, por último y más importante, inculcarles el valor de la privacidad personal, tanto a nivel corporal --no compartir imágenes privadas-- como intelectiva --no compartir estados de ánimo, ni cuestiones personales ni familiares.