No deja de ser irónico que, en este momento en el que Estados Unidos está sumido en un proceso de integrismo, Luis Homar y el Teatro Lliure hayan decidido rescatar Las brujas de Salem, el clásico de Arthur Miller. La obra sirve como reflexión sobre los peligros de la ortodoxia llevada al límite, de la superstición y la creencia en la superchería y de la preminencia del pensamiento mágico frente al racional.