El Centro Dramático Nacional hace historia
El Centro Dramático Nacional (CDN) ha comenzado la temporada de invierno estrenando tres obras protagonizadas por personajes históricos. Tres formas distintas de abordarlos desde el teatro. Tres obras diferentes porque tienen tres propósitos diferentes. Espectáculos que muestran la versatilidad del teatro para contar un pasado que si de veras interesa es por su conexión con el presente, el hoy, el ahora.
Trailer de La tumba de María Zambrano (pieza poética en un sueño) - CDN
De las tres, la más bellamente teatral, por planteamiento y por recursos, es, sin duda, La tumba de María Zambrano (pieza poética en un sueño) que se puede ver en la Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán. Por tanto, es la que más se disfruta en el teatro. Obra dedicada a la filósofa española que España perdió con el exilio y que a duras penas ha sido capaz de recobrar después. Una Zambrano niña (fantástica Irene Serrano) y anciana (entrañable Aurora Herrero) que busca las palabras y el amor. Las primeras sigue buscándolas.
El segundo lo encuentra en los objetos callados. Como se encuentra en esta obra en gran parte delicada, sencilla y honesta, más actuada que hablada. Una María Zambrano que supo ver ya en su momento la Europa que agoniza, esos niños hambrientos que la habitaban y que todavía la habitan. Obra en la que la autora y directora han sabido convertir la palabra de Zambrano en acción, en hecho teatral. Pensamiento hecho cuerpo que se mueve, y conmueve, en el espacio y en el tiempo de una obra que se pasa en un suspiro.
Trailer de Beatriz Galindo en Estocolmo - CDN
Frente a la poesía teatral, los datos históricos. En el teatro también se puede contar con hechos y sorprender. Así ocurre con Beatriz Galindo en Estocolmo en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero. Obra que se la juega en el artificio. En esa película que Concha Méndez rueda en el exilio mexicano sobre la vida, obra, milagros y entorno de Isabel Oyarzábal Smith, más conocida como Beatriz Galindo que era como firmaba sus columnas en El Sol. Personaje histórico que fue la primera o la única en muchas cosas: la primera inspectora de trabajo española, la primera ministra plenipotenciaria del mundo, la única mujer en el grupo de trabajo sobre la esclavitud de la ONU.
Una de tantas mujeres españolas de las que a penas se ha oído hablar. Obra en la que lo teatral importa menos frente a los datos que aporta. Pues su valor está en lo que recupera, la Historia reciente de la otra mitad de la población española. La de las mujeres que, con o sin sombrero, se la jugaron como muchos hombres, por otro país posible. Historia que el tono sepia, en lo que se ve y en cómo se dice, tan querido a muchos espectadores, no es capaz de opacar o dar pátina de viejo a lo que cuenta. Señalando la necesidad de recordar de nuevo a la luz de los datos que aporta. Porque ¿dónde se encuentran esas mujeres en nuestra memoria colectiva?
Trailer de Voltaire/Rousseau. La disputa - CDN
Voltaire/Rousseau. La disputa es, frente a las otras dos, cosa de hombres. Dos hombres fuertes que se enfrentaron por sus ideologías. La liberal y de moral relajada o flexible de Voltaire frente a la rocosa y doctrinaria de Rousseau. Hombres que dicen admirarse, pero que en la obra se combaten. Lo hacen de una manera que vista desde el patio de butacas, y sino se cae en la trampa del uso del lenguaje, suena a una lucha por ver quién la tiene más larga (disculpas por un lenguaje tan soez). Combate que entretiene mucho a una gran mayoría de público, siempre y cuando se le ofrezca una coartada cultural, como es el caso.
Comedia de salón y burguesa que no resulta mejor por ser francesa ni por haber triunfado en el entorno francófono o europeo. A la que curiosamente no salvan sus dos actores protagonistas. Dos clásicos de las tablas que nada tienen que demostrar, como son Flotats y Pere Ponce, que hacen simplemente lo que se esperaría de ellos. Obra que se usa para poner en escena, antes que a sus personajes históricos, lo que sus ideas históricas representan en la actualidad. Un debate de ideas que comenzó con ellos y que llega hasta nuestros días, como ocurre en la obra, simplificado para que todo el mundo lo entienda como corresponde a un producto de marcado acento comercial. Espectáculo que, curiosamente, mantiene la atención en escena más que por el debate por la escenografía. Sencilla, que no simple o simplista, y sin embargo uno no se cansa de mirarla.
Tres obras, tres, que permiten mostrar al CDN para qué le sirve la Historia al teatro. Pero, y el teatro, ¿para qué le sirve el teatro a la Historia sino es para construirla o provocarla generando un poderoso y vívido relato del pasado, del presente y del futuro?