El PP está en estado de estrés post-traumático: incredulidad, desconcierto, negación de la evidencia, estampida, críticas al liderazgo de Rajoy... nada fuera de lo normal tras perder el poder. Pero hay algo que resulta estrambótico. Se llama Esperanza Aguirre. Es la candidata más votada en la ciudad de Madrid: ganó las elecciones, pero perdió la alcaldía -salvo maniobras extrañas que preferimos no conjurar aquí-. Desde el 24M, Aguirre ha entrado en un bucle loco y extraño.