El Gobierno interino de Siria, con raigambre islamista, habla de "un desafío esperado" contra grupos leales a Assad, para el que pide "unidad a la nación". Lo que se ha vivido es una masacre en la costa contra la minoría alauita, la del dictador.
"Anunciamos el éxito de nuestras fuerzas, gracias Dios y a la determinación de nuestros hombres, en lograr todos los objetivos propuestos en esta fase", dice el Gobierno provisional islamista.
Imágenes de satélite muestran la salida de vehículos y material del puerto de Tartus, en Siria, un enclave esencial para Moscú perdido tras la marcha de Assad, su socio.
El Gobierno interino, liderado por islamistas, trata de moderar su imagen y llamar al frente común, mientras acelera los contactos internacionales que le den ayudas y estabilidad. Prioritario: lograr ayuda, levantar sanciones, constitución y elecciones.
El avance rebelde hasta Damasco cuajó por méritos propios pero, también, por el desgaste brutal de unas Fuerzas Armadas que acumulaban años de mandos débiles y adelgazamiento. La certeza de que ningún aliado exterior ayudaría fue clave.
Un oficial de los servicios secretos de Siria, identificado gracias a vecinos de Homs y un software de reconocimiento facial, evita su ejecución al hacerse pasar por una víctima del régimen recluido en la prisión de Saydnaya.
Fuentes de Inteligencia estadounidense filtraron a 'The Wall Street Journal' que Ankara prepara una incursión inminente, de nuevo apoyándose en las facciones del Ejército Nacional Sirio. Esta alianza kurda es la misma que lideró el ataque al Estado Islámico y precipitó la caída de su feudo en Alepo y Raqa.
Los rebeldes que han derrocado a Al Assad mandan por ahora mensajes de unidad y templanza, pero una vez que se acaba con la meta común -echar al dictador-, se corre el riesgo de la pelea por el poder o sectaria. Hay demasiados precedentes.
"Creo que es muy importante que tanto los actores regionales como los internacionales vean el panorama de la misma manera, y quieran que este país sea estable, pacífico", afirma Kallas.
Siria se ha convertido en un ejemplo de debilidad del régimen de Putin, cuando justo su apoyo a Assad buscaba mostrarse como una potencia mundial de primer orden.
Una semana después de su huida a Rusia, donde encontró refugio, aún no ha habido noticia suya. Mientras tanto, los colegios y universidades reanudan su actividad, al igual que hará el aeropuerto de Damasco.
La caída del dictador sirio permite liberar a los presos y escuchar su relatos de espanto. En Sednaya, el principal centro de reclusión para disidentes, las ONG constatan el extermino deliberado. ¿Responderá ante la justicia algún día?