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Un mes sin Assad: Siria busca con urgencia la unidad, la legitimidad y la recuperación

Un mes sin Assad: Siria busca con urgencia la unidad, la legitimidad y la recuperación

El Gobierno interino, liderado por islamistas, trata de moderar su imagen y llamar al frente común, mientras acelera los contactos internacionales que le den ayudas y estabilidad. Prioritario: lograr ayuda, levantar sanciones, constitución y elecciones. 

Unos niños portan la bandera adoptada por los nuevos gobernantes frente a una casa dañada por los bombardeos en Daraa (Siria), el 27 de diciembre de 2024.Zohra Bensemra / Reuters

"Les anunciamos la victoria de la gran revolución siria después de 13 años de paciencia y sacrificio". Con esta frase, el presentador de noticias de la televisión oficial daba cuenta del fin de la era Assad. Fue el 8 de diciembre de 2024. Desde entonces, el país ha pasado por un ciclón emocional y político sin precedentes desde que se vio sometido al yugo de Hafez y de Bachar, de los años 70 del pasado siglo a hace un mes justo. 

Los sirios han pasado por todo: el estallido de la alegría, los reencuentros, los retornos, la confirmación de las pérdidas y del horror, la liberación de presos, el nombramiento de un Gobierno interino, la esperanza en los nuevos nombres y las dudas de esos nuevos nombres, el anhelo de que llegue con urgencia la ayuda internacional y Siria pueda, al fin, levantarse y vivir libre. 

La nueva administración siria está dominada por el islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS, Organismo de Liberación del Levante en español), un grupo que, aparte de ser antirégimen, es heredero de la antigua filial de Al Qaeda en el país árabe, lo que lastra de inicio su respetabilidad. Hay países como Estados Unidos que lo catalogan como "terrorista". Sin embargo, el HTS no estuvo solo en el levantamiento final contra Bachar al Assad, sino que el avance a Damasco y su toma fueron obra, también, de grupos apoyados por Turquía, kurdos y hasta laicos. Todos ellos tratan ahora de sumar fuerzas y avanzar. 

El líder de la nueva administración siria es Ahmed Al Sharaa, cabeza visible del HTS, y ha sido criticado por la uniformidad en los primeros nombramientos de su equipo, todos cercanos. Dice que era "necesaria "para garantizar la coherencia durante esta fase crítica de inicio, que "no tenían la intención de excluir a nadie". Algunos grupos de la oposición han expresado sus reservas sobre la falta de transparencia y la limitada representación de todos los sectores. 

Eso aún falta, una representación variada de las facciones opositoras, tanto por etnias como por tendencia religiosa, en un país donde la convivencia ha sido siempre una seña de identidad, por más que el clan Assad priorizara a los suyos, los alauítas, una minoría chií. 

Desde el primer momento, Al Sharaa -antes conocido como Abu Mohamed al Jolani- ha anunciado su intención de celebrar un proceso de diálogo nacional, que debe cuajar a inicios de este enero, para iniciar la hoja de ruta que saque al país de su ruina actual, abra sendas democráticas, cambie las normas de la dictadura y complete el cambio de piel. La democracia es la meta, es su discurso, por más que la boca de la que procede genere inquietud. 

¿Serán los islamistas capaces de tener la suficiente cintura como para garantizar esa transición, respetando a todos, incluso a las mujeres sirias? Por el momento, dicen que su país no será "Afganistán" y que "por supuesto" las mujeres estudiarán y trabajarán con igualdad. 

Los primeros pasos

En vista de la gran cantidad de grupos, etnias y confesiones en Siria (un país que incluye a árabes, asirios, kurdos, drusos, cristianos y musulmanes chiíes y suníes, entre otros), las autoridades han apostado por crear un "comité preparatorio", que incluya a personas de "todos los segmentos de la sociedad" y de todos los sexos. Su misión será celebrar una Conferencia de Diálogo Nacional que diseñe las líneas generales del futuro del país. 

La idea era que se celebrase a inicios del presente mes, pero se ha ido retrasando precisamente por la complicación del tetris y porque, recuerda Al Sharaa, hay "más de 15 millones de personas que están en el extranjero" a raíz de la guerra civil que estalló en 2011 y se quiere contar con ellas o con el máximo número posible para arrancar el proceso. Medios afiliados a las nuevas autoridades sirias informaron que, en un principio, en el diálogo nacional se anunciará la disolución del Parlamento y se formará un comité de expertos para redactar una nueva Constitución, explica EFE.

El calendario corre incluso para formar este primer grupo de sirios que tiren del carro, más aún para los pasos que todos ellos deben dar. Las prioridades están claras: hay que preparar y escribir una nueva Constitución y, acabado eso, celebrar elecciones libres. El primer proceso puede llevar entre dos y tres años y el último, hasta cuatro, confesó el líder provisional sirio en una entrevista a Al Arabiya. Hace falta un censo de población exhaustivo, explicó el dirigente, ya sin uniforme militar, sino con traje y corbata. Mientras tanto, defiende el derecho de todo ciudadano a expresar su opinión de forma pacífica, "siempre y cuando las instituciones públicas permanezcan indemnes".

El qatarí Abdulaziz Al-Khulaifi, recibido por el sirio Ahmed al-Sharaa, el pasado 23 de diciembre en Damasco.Ammar Awad / Reuters

Las autoridades temporales han anunciado acuerdos con las diferentes facciones rebeldes armadas para disolverlas e integrarlas en el Ejército nacional sirio unificado. Eso incluye acabar con el propio HTS y "todas las demás facciones". Informes recientes de medios de comunicación locales e internacionales indican que varios combatientes islamistas extranjeros han sido designados para altos cargos militares. Sharaa también había propuesto conceder la ciudadanía a los combatientes extranjeros y a sus familias, por su papel en la lucha contra Assad.

En este contexto, Naciones Unidas ha recordado que el Gobierno interino debe apoyarse en la resolución 2254 de su Consejo de Seguridad, de 18 de diciembre de 2015, que se centraba en una solución política a la crisis de Siria. Con esa base, está dispuesta a ayudar a las autoridades en una transición política "dirigida y controlada por los sirios" que pueda dar lugar al establecimiento de una "estructura de gobernanza no sectaria y representativa". Justo eso es lo que este miércoles se ha debatido de nuevo en la sede del organismo en Nueva York, una cita movida porque también se ha sacado a colación la necesidad de que Israel deje de atacar suelo sirio y acabe su invasión terrestre, que ha acometido aprovechando el desajuste del país vecino

Durante las consultas a puerta cerrada del 27 de diciembre pasado sobre la situación en Siria, el Enviado Especial para Siria, Geir O. Pedersen, expuso ya que las autoridades provisionales habían expresado reservas sobre la pertinencia de la resolución 2254 y habían pedido que se revisara. Faltan detalles sobre lo que no acaba de convencer a los nuevos representantes de los sirios. La ONU está "abierta" a dialogar, pero avisa de que si no se logra una transición inclusiva y amplia, "se podría volver a producir disturbios civiles". Ha habido ya algunos incidentes en Damasco, Homs, Tartus y Latakia, con protestas y enfrentamientos entre diversas facciones religiosas, que no han ido a mucho más pero tampoco se calman por completo y que son un recordatorio de lo frágil que es el presente estable

Además de estas hostilidades residuales que continúan en algunas partes del país -en particular en el norte-, la ONU insiste en la necesidad de abordar las tensiones entre las facciones militares y en pedir a las partes pertinentes que mantengan la calma y acuerden un alto el fuego a nivel nacional. También remarca el "imperativo" de proteger a los civiles, de cualquier minoría:  preocupan algunos informes de ejecuciones extrajudiciales y por venganza en algunas partes del país. 

Otra incógnita es cómo queda el terrorismo yihadista en el país. Los miembros de los grupos que se han impuesto a Assad y que tienen esta tendencia tienen ahora libertad de movimiento, en un país con las fronteras sin controlar. Naciones Unidas alerta de la necesidad de que no se hagan fuertes en zonas concretas, como nuevos señores de la guerra. Los ojos están puestos, sobre todo, en el Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIS, EI, Daesh) y otros grupos terroristas, que pueden restablecer sus capacidades. 

En busca de respaldo y dinero 

En las últimas semanas se ha producido una oleada de contactos diplomáticos de alto nivel sobre la situación en Siria. Por una doble vía: por un lado, Gobierno provisional sale al mundo, en busca de respaldo y de ayuda humanitaria y para la reconstrucción, y por otro, países de Oriente Medio y de Occidente aceleran los contactos entre ellos y con Damasco para ver cómo llevar a cabo esta transición. 

Países occidentales y del Golfo, sobre todo, han abierto canales diplomáticos y enviado contingentes diplomáticos de alto nivel para dialogar con las autoridades provisionales. También lo ha hecho la Unión Europea, en bloque, con un enviado especial. Ha sido especialmente llamativa la visita, el 3 de enero, de los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania, que mantuvieron conversaciones con Sharaa. En sus declaraciones tras la reunión, la germana Annalena Baerbock dijo que la relación de la UE con las autoridades provisionales sirias depende de garantizar que las personas de todos los orígenes étnicos y religiosos tengan un papel en el sistema político del país y estén adecuadamente protegidas.

Ahmed al-Sharaa, en el centro, flanqueado por Annalena Baerbock y Jean-Noel Barrot, ministros de Exteriores de Alemania y Francia, el 3 de enero de 2025, en Damasco.Hayat Tahrir Al-Sham / Handout via REUTERS

Tras asumir el cargo, el ministro de Exteriores sirio, Asaad al Shaibani, emprendió también una serie de visitas diplomáticas. El 1 de enero, visitó Arabia Saudita junto con el ministro de Defensa, Murhaf Abu Qasra. Le siguieron visitas a Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Jordania. Este último es un país especialmente delicado para Siria, porque por su vecindad es clave para la seguridad nacional, su defensa, su energía, el transporte, el agua, el comercio y hasta el tráfico de drogas, que había hecho muy rico a Assad

En una publicación en X, Shibani dijo que estas visitas tienen como objetivo generar apoyo para la "estabilidad, la seguridad, la recuperación económica y la construcción de alianzas distinguidas" de Siria. Y ya ha visto sus primeros frutos: el lunes, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió una licencia general de seis meses, que autoriza las transacciones con instituciones gubernamentales en Siria. Esa autorización también se extiende a las transacciones en apoyo de la venta, suministro, almacenamiento o donación de energía, incluidos petróleo, productos derivados del petróleo, gas natural y electricidad, a Siria o dentro de ella. 

La clave está en las transacciones: así puede llegar dinero de otros Ejecutivos del planeta, esenciales para salir del hoyo actual. Qatar, según ha adelantado Reuters, será el primero en hacer una transacción millonaria para poder pagar el aumento salarial prometido a los funcionarios sirios, de hasta el 400% más. Una manera de compensar las deficiencias del régimen y, sobre todo, una manera de fidelizar a personal que sabe cómo va la administración pero ha trabajado para Assad. 

Sobre todas las cosas, se necesitan libran sirias para resolver la terrible situación humanitaria en el país. Las agencias han tenido complicaciones en el tiempo del régimen para entregarla en todo el país y el desafío es que lleguen a todos servicios básicos como alimentos y agua. 

Según una actualización de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), "las hostilidades y la inseguridad siguen siendo un desafío en toda Siria, lo que resulta en restricciones de movimiento y daños a la infraestructura vital". Se señala que el acceso a ayuda humanitaria sigue siendo "difícil" en partes del noreste, debido al cierre continuo de los cruces fronterizos internos (es decir, a través de las líneas de conflicto) y los puentes dañados por los choques recientes, lo que restringe el movimiento de bienes y personas, incluidos los trabajadores humanitarios. 

El número de personas desplazadas debido a la reciente campaña militar alcanzó un máximo de 1,1 millones a mediados de diciembre de 2024. El número ha disminuido un mes más tarde a 627.000, la mayoría de las cuales residen actualmente en Idlib. Además de la inseguridad y el desplazamiento continuo, la situación económica sigue siendo grave en toda Siria y se ve complicada por el deterioro de los servicios públicos, insiste la OCHA.

Dinamarca ha asumido el papel de redactor en un expediente humanitario sobre Siria, en sustitución de Suiza, que completó su mandato de dos años en el Consejo a finales de 2024. Se espera que pronto haga el dibujo de situación de lo que se necesita de emergencia. Ahora mismo, el Plan de Respuesta Humanitaria de la ONU Siria referido a 2024, que requería 4.070 millones de dólares, estaba financiado solo en un 33,3%. Un mal generalizado que ha hecho que Naciones Unidas no llegue a la mejora de la vida de las personas en crisis, sino apenas a intentar su supervivencia. 

Sólo la reconstrucción de lo dañado se estima que tiene un coste de 250.000 y 400.000 millones de dólares. Y, mientras esos ladrillos se erigen de nuevo, los sirios tienen que comer y curarse. Este asunto será central en la reunión que este jueves tendrán en Italia ministros de Exteriores de este país más Francia, Alemania, Reino Unido y EEUU, que harán "balance" del mes pasado y mirarán lo por hacer. 

Reconstruir la economía y sanciones fuera

Cuando las fuerzas de la oposición derrocaron a Assad en su ofensiva, también heredaron una economía afectada tremendamente por la crisis. Por eso, en este mes han trabajado para reiniciarla, tarea hercúlea cuando se viene de casi 14 años de guerra y de sanciones internacionales paralizantes, que han diezmado la actividad económica.

El valor de la libra siria se ha devaluado sin control y la inflación ha alcanzado los tres dígitos. El mes pasado, un funcionario anónimo dijo a Reuters que el Banco Central de Siria tenía apenas 200 millones de dólares en reservas de divisas. A finales de 2010, tenía 17.000 millones.

HTS ha reconocido en sus ruedas de prensa y entrevistas múltiples a medios internacionales -otra estrategia de mejora de imagen- que una prioridad "inmediata" para los suyos es la financiación, incluida la básica, cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) estima que 13,1 millones de sirios no tienen suficiente para comer, más allá de la paz y la seguridad. Todo va de la mano. 

El Gobierno interino ha dicho también que quiere alejarse del sistema corrupto que dio a los leales a Assad acceso privilegiado a los contratos estatales y mantuvo industrias clave en manos de la familia y sus allegados y amigos. La producción de captagón se ha descartado como fía de lograr fondos y se están quemando laboratorios por todo el país. 

Los rebeldes afirman que quieren introducir un sistema de libre mercado -algo del gusto de sus anhelados aliados occidentales y árabes- y ha nombrado a una nueva gobernadora del Banco Central, Maysaa Sabrine, la primera mujer en asumir el cargo. Aunque los detalles sobre los esfuerzos de modernización siguen siendo vagos, Mohammed Abazeed, el ministro de Finanzas interino, dijo a Reuters que los ministerios serán reestructurados para mejorar la eficiencia y la rendición de cuentas. También se está trabajando en una reforma del sistema tributario. "Para finales de este año, esperamos tener un sistema tributario bien diseñado que tenga en cuenta los intereses de todos los contribuyentes", dijo a la citada agencia.

Las caras de Hafez al Assad, Hassan Nasrallah y Ali Khamenei borradas de una gasolinera de Alepo (Siria), el 11 de diciembre de 2024.Umit Bektas / Reuters

Para disipar las preocupaciones sobre la escasez de productos, el Gobierno temporal ha reabierto el paso fronterizo de Nasib con Jordania, una de las rutas comerciales más transitadas de Siria, ha ordenado a las tiendas y ministerios que permanezcan abiertos y ha dado instrucciones a la Compañía Petrolera Siria, de propiedad estatal, para que reanude los suministros. Eso supone, además del aire de normalidad, más dinero. 

Siria no es un país pobre, sino empobrecido por el sometimiento y la guerra. Está dotado de recursos naturales, tiene una posición estratégica en el mar Mediterráneo y se beneficia de una tasa de alfabetización del 94%, una de las más altas de la región. Antes de la revolución de 2011, su economía iba relativamente bien, era diversificada, crecía sin ser brillante. Ahora tiene más de una década de escombros encima. 

El nuevo gabinete quiere volver por sus fueros, pero con beneficios para todos. Recuerda que había exportaciones de trigo, fosfato y combustible, una pequeña base manufacturera y un turismo cultural potente. Quiere apostar por la agricultura o industrias básicas como la textil.

La represión, los bombardeos, el exilio, la destrucción de infraestructuras físicas, incluidas carreteras y tierras de labor, acabaron con aquello. Los indicadores económicos se desplomaron: el producto interno bruto (PIB) de Siria se redujo un 54% entre 2010 y 2021, indica Al Jazeera, y se estima que ahora el 90% de los sirios vive en la pobreza. Los barrios devastados por los combates durante la guerra en su mayor parte no han sido reconstruidos. Según el Ministerio de Petróleo y Recursos Minerales de Siria, las pérdidas en el sector petrolero ascendieron a 91.500 millones de dólares entre 2011 y 2021.

A eso se suma que Siria, con Assad, era un Estado paria, sometido a sanciones internacionales por parte de Europa o Estados Unidos para castigar su represión de la población, los ataques a civiles, el uso de armas químicas o las torturas y ejecuciones en las cárceles que convirtieron al dictador, además, en un criminal de guerra. Sanciones que le negaron a Damasco el acceso a los mercados de capital, a la ayuda occidental y a los ingresos procedentes de las materias primas. Que socavaron las instituciones estatales y redujeron la resiliencia económica de Siria, pero también pararon su economía y dañaron a afectos y críticos. 

Durante años, Rusia e Irán apoyaron al régimen de Al Assad, ayudándolo a eludir las sanciones occidentales. Moscú y Teherán extendieron líneas de crédito que permitieron a Siria importar alimentos y combustible. A cambio, Damasco renunció a algunos de sus recursos clave, como los yacimientos de fosfato, y también acumuló una cantidad desconocida de deuda con sus patrocinadores extranjeros, que deberá saldar. 

El deseo del nuevo Gobierno es que esas sanciones se levanten, porque entienden que no tienen razón de ser. Impiden a Siria hacer acuerdos para importar trigo o combustible, recuerda, que nada tienen que ver ya con los planes de Assad. Si no se levantan esas sanciones, el país se enfrentará a una catástrofe, dice. 

Expertos del grupo de expertos Crisis Group en la revista Foreign Policy recuerdan que puede pasar como en Afganistán, donde los gobiernos occidentales "mantuvieron en vigor castigos económicos que no tuvieron ningún efecto moderador sobre los talibanes, sino que [en cambio] asestaron un golpe al ala pragmática [de los talibanes], fortaleciendo a los partidarios de la línea dura durante los precarios primeros meses del régimen". 

La Licencia General 24 de EEUU ha marcado un primer paso positivo, en la dirección contraria. Funcionarios estadounidenses han iniciado ya conversaciones con Qatar y los Emiratos Árabes Unidos sobre la relajación de las restricciones financieras a Damasco, siempre que el nuevo Gobierno corte los lazos con Rusia e Irán y ofrezca estabilidad política. Esta semana también ha llegado a Damasco el primer vuelo comercial de la era post Assad, lo que abre la puerta a nuevos negocios si se van abriendo nuevas rutas aéreas. 

En 1979, EEUU designó por primera vez a Siria como "Estado patrocinador del terrorismo" debido a la forma en que su gobierno apoyaba a grupos considerados terroristas por Washington. En 2004, Washington añadió más sanciones y restricciones a las exportaciones debido a las actividades sirias en el vecino Líbano. 

Después, en 2011, cuando el régimen de Assad comenzó a reprimir las manifestaciones antigubernamentales, se añadieron aún más sanciones debido al uso de armas químicas, los abusos de los derechos humanos y el tráfico de drogas. La Unión Europea ha sancionado igualmente a Siria desde 2005 y también aumentó las restricciones cuando estalló la guerra civil en 2011. Y a eso se añaden las sanciones a Hayat Tahrir al-Sham por su pasado terrorista. 

En busca de justicia

En este mes, además, Siria ha empezado a descubrir el verdadero alcance de la represión de Assad. La Red Siria para los Derechos Humanos sostiene que han sido liberados unos 30.000 reclusos que estaban aún en centros de detención del régimen por todo el territorio nacional. Esta misma ONG, sin embargo, reconoce que quedan "decenas de miles" de desaparecidos, aún sin localizar. La cifra de medio millón de muertos que dejaron estos años de guerra amenaza con ser mayor. 

La maquinaria de muerte que Assad dirigía está empezando a salir a la luz y deja claro que no hablamos de muertes excepcionales, no, sino no de un rodillo que machacaba de forma sistemática y bien organizada, en más de cien centros de detención, tortura y asesinato. La brutalidad, los abusos, las vejaciones sexuales, los ajusticiamientos, estaban a la orden del día. Los defensores de Assad aún dicen que es sólo un cuento. Las muestras que se están tomando en cárceles como la de Sednaya no dejar lugar a la ficción. 

Cuerpos de sirios torturados hasta la muerte en el Hospital Militar de Harasta, llevados desde la cárcel de Sednaya, el 9 de diciembre de 2024.Mehmet Burak Karacaoglu / Anadolu via Getty Images

Los insurgentes abrieron el mismo 8 de diciembre centros de detención, liberaron a prisioneros y permitieron que el público diera testimonio de lo ocurrido. Las multitudes se agolparon en busca de respuestas, los cuerpos de sus seres queridos y formas de sanar su herida. Esa evidencia creciente que se está encontrando servirá de base para las acusaciones que se puedan presentar a la justicia nacional o internacional.

Los grupos de derechos humanos estiman que al menos 150.000 personas desaparecieron tras el inicio de las protestas antigubernamentales en 2011, la mayoría de ellas en la red de prisiones de Assad. Muchas de ellas fueron asesinadas, ya sea en ejecuciones masivas o por torturas y condiciones carcelarias. Se desconoce el número exacto. Incluso antes del levantamiento, Assad había gobernado con puño de hierro, sobre ciudadanos que también ya se perdían. 

Cientos de miles de documentos siguen aún dispersos por los antiguos centros de detención, muchos de ellos clasificados como secretos, en depósitos que suelen estar bajo tierra. Algunos de los documentos que han sido recogidos por agencias como AP incluían transcripciones de conversaciones telefónicas, incluso entre oficiales militares, archivos de inteligencia sobre activistas y una lista de cientos de prisioneros muertos en detención. Todo eso aún está siendo recopilado, pero no procesado. Es una tarea monumental. 

Con Assad refugiado (o escapado) Rusia, es complicado que haya alguna vez rendición de cuentas por sus crímenes. Hay varias vías posibles para ello. En primer lugar, el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI) puede exigirle cuentas a él y sus exfuncionarios abriendo rápidamente un examen preliminar sobre los crímenes transfronterizos en el conflicto sirio. El mandato de la CPI en la materia se limitaría a los crímenes contra la humanidad de deportación, persecución y otros actos inhumanos cometidos contra civiles sirios que huyeron a Jordania, un Estado miembro de la CPI.

Sin embargo, iniciar un examen preliminar sobre estos crímenes enviaría una fuerte señal de que la CPI es apta para su propósito y de que Assad no seguirá disfrutando de impunidad por algunos de los peores crímenes cometidos en este siglo. Y los Estados miembros de la CPI pueden apoyar este impulso haciendo sus propias remisiones a la corte, similares a las que hicieron sobre Ucrania , Palestina y Afganistán. 

Al mismo tiempo, se deben hacer esfuerzos para alentar al Gobierno interino en Siria a aceptar la jurisdicción de la corte, de manera similar a cómo lo hizo Ucrania en 2014 , con una vía hacia la eventual membresía en la CPI una vez que se establezca una estructura de gobernanza adecuada y se aprueben las leyes.

Además, Francia puede seguir adelante con su caso ya abierto a Assad. En junio, un tribunal de apelaciones francés confirmó una orden de arresto contra e mandatario, entonces jefe de Estado, por ataques con armas químicas contra la población civil de Siria. Esto sentó un precedente, debido a las dudas sobre la inmunidad del dictador como jefe de Estado. Ahora que esa cuestión ya no está en disputa, los procedimientos deberían seguir adelante y con la opción de juicios en ausencia en el sistema francés, donde el acusado no tiene que comparecer físicamente.

Esto significa que la presencia de Assad en Moscú con una negativa a comparecer o la imposibilidad de ser extraditado será irrelevante para las pruebas que se escuchan sobre este capítulo crítico del conflicto de Siria. Este caso en Francia es sólo uno de los muchos procesos de jurisdicción universal que se están llevando a cabo actualmente, en curso o previstos en tribunales nacionales con la capacidad de procesar a los presuntos autores en el conflicto sirio por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Todos esos procesos deben continuar y recibir el apoyo de países externos, en particular porque más funcionarios del antiguo régimen de Assad responsables de violaciones pueden tratar de abandonar Siria en este momento.

Por último, también hay preguntas sobre qué sucederá con el caso que los Países Bajos y Canadá han presentado contra el régimen de Assad en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por violaciones de la Convención contra la Tortura. Como la CIJ decide disputas entre Estados y no contra individuos, el propio Assad no sería “juzgado” allí; más bien, esto caería en un nuevo giro en una zona gris en la que se encuentran otras disputas entre países, como las que involucran a la exYugoslavia , Myanmar y los talibanes. Todos los esfuerzos son pocos para garantizar justicia y reparación a las víctimas. 

Será la base de una nueva Siria, joven por ahora de un mes. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.