Algunos deben creer que Internet, al contrario del papel, más tangible, se lo traga todo y lo hace desaparecer. Pero sabemos que no es así la cosa. Los comentarios más peregrinos que hicimos hace una década o las fotos de una juerga que nos corrimos en la despedida de soltero del amigo siguen ahí tanto tiempo después, y eliminarlos es poco menos que imposible. Lo que ahora les pasa a Soto y a Zapata, que ya ha dimitido como concejal de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, nos muestra que lo que circula en las redes no es un juego.