Durante la época de Voltaire, en el siglo XVIII, la cocina es un hecho social. Se califica al cocinero como un profesional que, mejorando sus platos, se perfecciona a sí mismo y hace progresar a toda la humanidad. En medio de tanta barbarie, la gastronomía nos devuelve al reino de la educación, las artes y las ciencias. Francia debe su superioridad a otras naciones gracias a la excelencia de las salsas de su cocina.