PNV, cobrar por adelantado
El PNV cree estar ante una de esas oportunidades de tiempo. El terremoto político provocado por las elecciones generales y la necesidad de dar paso a un nuevo tiempo y a una nueva forma de hacer política, sitúa a los partidos políticos en un escenario de transversalidad inédito.
Foto: EFE
El PNV celebró el pasado fin de semana su VII Asamblea General. No son muchas, la verdad, para un partido centenario, lo que implica que tienen que ser importantes.
Lo hizo en un lugar emblemático, Pamplona, la capital navarra donde sus seguidores son minoría. Pero hacerlo en Pamplona, desde el punto de vista del marketing político, era fundamental, porque en Navarra gobierna Geroa Bai, coalición en la que se integra el PNV, y porque en 1977 celebró allí la primera asamblea general tras su legalización, posterior a los largos años de dictadura.
En Pamplona el PNV ha aprobado su ponencia política, Batasuna eta indarra, unidad y fuerza, y en ella plantean alcanzar una relación diferente con el Estado español de acuerdo a un nuevo estatus político para Euskadi que esté basado en el reconocimiento de la nación vasca, la bilateralidad en las relaciones Euskadi-Estado y el derecho a decidir.
Son objetivos a largo plazo y a una distancia considerable de la situación en la que hoy se encuentra Cataluña.
En Cataluña, y en su propuesta de acuerdo hacia la independencia, la coalición Junts pel Sí plantea tres compromisos claros: avanzar hacia la condición de República o nuevo Estado con todas las garantías jurídicas, dar respuesta a unas urgencias sociales que no pueden esperar y ensanchar la base social a favor de la constitución de la República Catalana. Objetivos muy claros y precisos que están ya en el Parlamento
No es el caso de Euskadi. En Pamplona, el partido que gobierna las instituciones vascas parecía más interesado en las actuales circunstancias políticas en España que pueden darle un plus en su habitual toma y daca con el partido dominante en Madrid.
Con Rajoy en el poder, el PNV ha vivido prácticamente aislado. El gallego, que va a vivir a partir de ahora la contestación en su propio partido, no los necesitaba porque su mayoría absoluta le permitía gestionar el poder cómodamente.
Caso distinto es el actual, cuando el complicado panorama surgido tras las últimas elecciones generales obliga a armar un complicado puzzle de acuerdos transversales.
Andoni Ortúzar, El reelegido presidente del Euskadi Buru Batzar (el máximo órgano ejecutivo del PNV) sacaba pecho en la mañana del domingo: "El diálogo, la búsqueda de acuerdo, es una seña de identidad del PNV. Lo practicamos dentro de casa y también es nuestra obligación aceptarlo cuando es otro partido quien nos lo propone", en clara referencia a las gestiones iniciadas por Pedro Sánchez con ellos.
Sabino Arana, el fundador del PNV, dijo muchas cosas, y muy diferentes, y entre esas dijo una que en la asamblea de su partido recordó el presidente del EBB: "El PNV siempre ha atendido escrupulosamente a la razón de oportunidad de tiempo, tanto para obrar como para omitir".
El PNV cree estar ante una de esas oportunidades de tiempo. El terremoto político provocado por las elecciones generales y la necesidad de dar paso a un nuevo tiempo y a una nueva forma de hacer política, sitúa a los partidos políticos en un escenario de transversalidad inédito.
Los nacionalistas vascos conocen bien ese camino, lo utilizaron con Felipe González, con José María Aznar y con José Luis Rodríguez Zapatero. Fueron el sostén necesario para lograr la mayoría parlamentaria cuando su concurso resultó vital.
Cuando la oportunidad de tiempo parece resurgir, no les asusta el entendimiento con el Gobierno central, pero eso sí, "cada uno en su casa y desde su casa. Por eso le hemos dicho claramente al PSOE y a su candidato, a Pedro Sánchez, que con nosotros tiene que hablar después, cuando haya clarificado su fórmula de gobierno y con quién la va a llevar a cabo, cuando conozcamos el programa para su casa, para España, y nosotros podamos ver cómo se compatibiliza con lo que nosotros queremos para nuestra casa, para Euskadi».
Y un importante apunte final: "El pasado nos ha hecho aprender que todo lo que se negocia en Madrid es mejor dejarlo claro desde el principio y cobrarlo por adelantado, si es posible, no suceda como nos ha pasado con el Estatuto de Gernika, que está hoy todavía sin desarrollar".