Bernie Sanders y la invitación que el papa nunca le envió
Hay quienes han interpretado la invitación como la bendición del papa a un objetivo político marcado por el judaísmo progresista. Otras personas creen que el papa Francisco intenta meterse en la política estadounidense con la intención de imponer sus propios objetivos políticos de izquierdas.
La invitación (por así decirlo) que el Vaticano le envió a Bernie Sanders para una conferencia en la Academia Pontificia de Ciencias Sociales prevista para los días 15 y 16 de abril con motivo del 25 aniversario de la encíclica de Juan Pablo II, Centesimus Annus, ha provocado diferentes reacciones. Hay quienes consideran que la decisión que tomó Sanders de hacer un viaje para dar un discurso que no duraría más de diez minutos, a tres días de las primarias de Nueva York, fue muy irresponsable. (Irónicamente, a Sanders le tocaba hablar justo después del político italiano Rocco Buttiglione, que -en lo que a política se refiere- es el extremo opuesto al senador estadounidense). Según otros, el hecho de invitar a Sanders a la sede mundial del catolicismo solo hace que sea mucho más improbable que salga elegida una mujer como presidenta de Estados Unidos.
También hay quienes han interpretado la invitación como la bendición del papa a un objetivo político marcado por el judaísmo progresista. Y, por último, pero no por ello menos importante, hay personas que creen que el papa Francisco intenta meterse en la política estadounidense con la intención de imponer sus propios objetivos políticos de izquierdas (como apuntó Sandro Magister, un especialista en el Vaticano famoso por desaprobar al papa Francisco).
Sin embargo, ninguna de estas hipótesis es cierta. Cualquiera con un mínimo conocimiento del Vaticano y de la Iglesia católica sabe que discutir sobre estas acusaciones es una pérdida de tiempo innecesaria (con la excepción de la hipótesis de que el papa está interesado en meterse en la política estadounidense, pero de eso hablaremos luego). Sin embargo, este debate puede arrojar algo de luz sobre la relación que hay entre el Vaticano y las políticas del papa Francisco.
Hasta la fecha, está claro que no fue el papa -ni ningún representante político de la Santa Sede- quien invitó directamente a Bernie Sanders. Sin la más mínima duda, sabemos que el que mandó la invitación fue el obispo Marcelo Sánchez Sorondo (un argentino experto en Santo Tomás de Aquino), canciller de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, que no consultó a Margaret Archer, la presidenta de la Academia Pontificia, para extender esta invitación. Archer no tardó en manifestar su sorpresa al ver que se le había enviado una invitación a Sanders, y en añadir que el político estadounidense había cometido una "descortesía monumental" al pedir una invitación sin pasar primero por su despacho.
Tras esta declaración, Sorondo aseguraba que Archer estaba al tanto de la invitación, por lo que la tachó de mentirosa. El pasado fin de semana, alguien del Vaticano cercano al papa Francisco descubrió que el político y candidato a la presidencia estadounidense acudiría a la conferencia, que había declarado en el canal de noticias estadounidense MSNBC que se trataba de una invitación "del Vaticano" y que el 8 de abril había asegurado en el programa The View, en directo en la cadena ABC, que la invitación era directamente del papa y que este había organizado una reunión con él.
Llegados a este punto, ya era demasiado tarde para que el Vaticano anulara la invitación: Sanders ya lo había anunciado públicamente. Y el anuncio no lo había transmitido el secretario de estado o su gabinete de prensa, sino él mismo. Era poco probable que el Vaticano quisiera restarle importancia a la cobertura mediática de Amoris Laetitia anunciando, a modo de distracción, la visita de Bernie Sanders el mismo día en esta que se hizo pública. Además, el Vaticano no querría que este asunto interfiriera con el encuentro entre los refugiados y el patriarca de Constantinopla del 16 de abril en Lesbos (Grecia).
Por lo tanto, resulta razonable creer que el extraño programa que se le había enviado a Sanders estaba pensado para disuadirle de asistir. (Recordemos que la reunión tendría lugar pocas horas después de su debate con Hillary Clinton, el 15 de abril a las cuatro de la tarde en Italia -en otras palabras: a las diez de la mañana de Estados Unidos-, y que Sanders terminaría el debate a las once de la noche del jueves 14 de abril).
Si había un mensaje oculto, no fue recibido, ni entendido, ni aceptado por Sanders y su equipo. A raíz de este asunto, el Vaticano ignoró por completo a Sanders e intentó darle a su "visita" la menor cabida posible en los medios de comunicación. El padre Lombardi celebró varias ruedas de prensa en el Vaticano durante la semana del 11 de abril, pero nunca mencionó el nombre de Sanders.
Independientemente de lo que pasara después, hay varios puntos interesantes:
1. El papa Francisco y la política
Aunque es cierto que Joe Biden visitará el Vaticano el 29 de abril para participar en una conferencia sobre el cáncer, también es cierto que acudirá en calidad de vicepresidente de Estados Unidos, y no en calidad de candidato en mitad de unas primarias. Está claro que la invitación que se le envió a Sanders no solo rompió con la norma no escrita sobre relaciones diplomáticas inteligentes (según la cual se considera que lo mejor es evitar entrometerse en una campaña electoral y crear animadversión o decepción con alguien que podría ganar las elecciones oficiales), sino que también rompió con el modelo de mantener relaciones políticas que había adoptado el papa Francisco. El papa está profundamente comprometido desde el punto de vista político y social, sin embargo, siempre ha mantenido una distancia apropiada y legítima con la política. Interactúa en la esfera política cuando sabe que se está enfrentando a presidentes, cancilleres y ministros.
2. El programa de justicia social del papa Francisco y el conflicto de intereses
Uno de los elementos que más se ha pasado por alto de todo este asunto es el papel de aquellos que probablemente insistieron, junto con el obispo Sorondo, en que se enviara la invitación. Según los rumores, Jeffrey Sachs está detrás de todo este asunto. El vínculo que existe entre Sachs y la campaña de Sanders se personifica en el experto en comunicaciones Michael Shank, al menos de acuerdo con un artículo publicado por Dana Houle. Jeffrey Sachs es, entre otras muchas cosas, asesor de Sanders, y en el pasado trabajó como supervisor en el Vaticano. Michael Shank trabajó para Sachs y también había trabajado para el Vaticano.
Cabe destacar que el periódico Politico definió a Shank como "un asesor de medios que trabaja con Sachs y que, según él, dirige las relaciones con la prensa 'ocasionalmente' para las conferencias del Vaticano".
Shank intentó hacer pasar la invitación de Sanders por una invitación oficial del Vaticano. "Este tipo de permisos son parte del Vaticano. Así que el senador está en lo cierto cuando dice que el Vaticano le invitó", según explicó a Politico.
Estos factores ayudan a arrojar luz sobre el conflicto de intereses que hay entre sus papeles dentro de la Academia Pontificia y las actividades políticas a favor de Bernie Sanders en un momento que se consideraba particularmente crucial para el resultado de las primarias.
3. Sanders y la política mundial
La manera que ha tenido Sanders de reaccionar a este asunto demuestra que ha habido falta de juicio por parte de todos. Por lo tanto, Sanders también tiene parte de culpa.
Un candidato a la presidencia debería saber lo que es el Vaticano, el papel que desempeña, no solo como piedra angular de la Iglesia católica, sino como un Estado que mantiene las relaciones diplomáticas a escala global del que dependen muchas naciones, incluido Estados Unidos, para resolver situaciones delicadas en zonas peligrosas del planeta. Paradójicamente, Sanders, que, según expertos, comparte muchas perspectivas con el papa Francisco, se ha visto envuelto en este asunto. No es difícil entender por qué una expresión como "estaría dándome cabezazos contra la pared el resto de mi vida si dejara pasar una oportunidad así" es aceptable si viene de un científico, un turista, un famoso o cualquier otra persona, pero no si proviene de un candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
4. El Vaticano y el canal de comunicación con la Iglesia católica estadounidense
Este asunto demuestra lo complicado que es mantener unos canales de comunicación bien definidos entre el Vaticano del papa Francisco y la Iglesia católica de Estados Unidos. Todo tuvo lugar durante los días en los que se nombró a Christophe Pierre nuncio apostólico en Estados Unidos (Pierre releva a Carlo Maria Viganò, que se jubiló con 75 años el pasado mes de enero).
El 7 de abril, el día antes de que salieran a la luz las noticias sobre la visita de Sanders al Vaticano, Viganò se encontraba en Roma para asistir a una gala para recaudar fondos organizada por el Pontifical North America College en la que recibió el premio del rector de 2016. Resulta difícil creer que alguien, tanto los obispos de Estados Unidos como el secretario de Estado o incluso la nunciatura apostólica, fuera capaz de arrojar luz sobre los protagonistas de este asunto. Desde este punto de vista, la "invitación" de Sanders al Vaticano era una versión de izquierdas del episodio en el que se vio implicado Kim Davis durante la visita del papa Francisco a Estados Unidos el pasado mes de septiembre.
5. El Vaticano, la política estadounidense y la Iglesia católica de Estados Unidos
Este desafortunado suceso se remonta al momento en el que se malinterpretaron las intenciones del papa Francisco con respecto a la política estadounidense a raíz de una entrevista que concedió durante su viaje de vuelta de México en la que le preguntaron por Donald Trump.
Sin embargo, también representa las preocupaciones que comparten varios miembros del Vaticano, en lo que respecta al resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Los cambios que ha introducido el papa Francisco, tanto en lo relativo al estilo papal como a las áreas de la justicia social y económica, han hecho que muchos (incluido Sanders) tengan la impresión de que el Vaticano ahora es un lugar en el que la gente puede campar a sus anchas.
Esta interpretación errónea de la postura del papa Francisco y del papel que desempeña ha hecho que otros (en el Vaticano) piensen que pueden imponer un programa en nombre del papa, no solo ignorando el protocolo, sino también quebrantando las normas básicas de la diplomacia (irónicamente, el Vaticano puede alardear de contar con el sistema diplomático más antiguo del mundo occidental).
Ambas partes, además de haber subestimado la vulnerabilidad de las relaciones entre la Santa Sede y Estados Unidos, han pasado por alto los momentos especialmente delicados por los que están pasando estas relaciones bajo el papado del papa Francisco.
Este post fue publicado originalmente en 'El Huffington Post Italia' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.