El sol en el centro
Poner el sol en el centro del progreso humano, este es el mensaje del Solar Impulse, el avión de los pioneros Bertrand Piccard y André Borschberg que, tras diecisiete etapas, ha completado este martes 26 de julio, la primera vuelta al mundo propulsada únicamente con energía solar. El Solar Impulse es un avión eléctrico, alimentado por doscientos metros cuadrados de paneles fotovoltaicos, que además impulsa cientos de iniciativas -especialmente en las escuelas- para fomentar un ahorro consciente de la energía y la transición a la energía solar.
El Solar Impulse ha aterrizado este martes 26 de julio de 2016 en Abu Dhabi.
Poner el sol en el centro del progreso humano. Este es el mensaje del Solar Impulse, el avión de los pioneros Bertrand Piccard y André Borschberg, que tras diecisiete etapas ha completado este martes 26 de julio (a las 4 horas aproximadamente, UTC+2), volviendo a Abu Dhabi, la primera vuelta al mundo propulsada únicamente con energía solar.
Durante dos siglos, la civilización tecnológica ha girado en torno a la energía de los combustibles fósiles. Pero ahora está madurando el conocimiento para poner en el centro de su desarrollo la energía del sol. Como la "revolución copernicana" que tuvo lugar en la astronomía corrigió un error del conocimiento, la revolución solar en las tecnologías debe corregir ahora un error de juicio. Este error estriba en que seguimos obteniendo de la combustión de carbón, petróleo y gas el ochenta por ciento de la energía mundial que consumimos, y también en que aceptamos los crecientes daños que produce al ambiente y a las personas.
Por supuesto, se debe a las fuentes fósiles de energía, en el último siglo, el gran aumento de la población mundial, de su longevidad media y del bienestar de su parte más rica. Pero también debemos a los combustibles fósiles consecuencias ambientales que ya se han vuelto inaceptables, tales como la veloz alteración del clima, el aumento de la contaminación, y consecuencias sociales dramáticas, como sangrientos conflictos motivados por estos combustibles, y las trágicas migraciones y empobrecimiento causadas por el cambio climático.
Tales daños ecológicos y sociales son los que hacen de la transición a una civilización solar un "imperativo energético". Así rezaba el título del libro de Herman Scheer (1944-2010), el político pragmático y visionario que quizás hiciera más para afirmar este imperativo.
Cuando en los años ochenta se dedicó por completo a la revolución solar, tal vez ni siquiera Scheer imaginaba la escena de este martes 26 de julio en Abu Dhabi: un avión eléctrico, grande como un Jumbo, alimentado por doscientos metros cuadrados de paneles fotovoltaicos, que aterriza con un ligero zumbido a pocos kilómetros de la sede mundial de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la institución que Scheer concibiera y propugnara durante décadas, y que finalmente fuera fundada en el 2009.
Desde la carlinga del Solar Impulse, en dos videoconferencias de resonancia mundial, Bertrand Piccard ha entablado diálogo sobre ''el imperativo energético" solar con el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, y con el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.
A través de su programa de sensibilización futureisclean ("el futuro es limpio") este avión solar impulsa cientos de iniciativas -especialmente en las escuelas-, que educan a un ahorro consciente de la energía y a la transición energética solar. Kofi Annan, Gorbachov, Achim Steiner, Richard Branson se encuentran entre los prestigioso promotores de este programa educativo, y dan testimonio de que la verdadera misión del Solar Impulse es la comunicación de un mensaje, no el desarrollo de una tecnología.
De hecho, las tecnologías de este avión se conocen desde hace años y la novedad está "solamente" en haberlas reunido para hacer algo que hasta ahora se consideraba imposible. Esto es una metáfora casi perfecta de nuestro mundo, donde no nos faltan las tecnologías para la transición energética, sino que nos faltan la iniciativa y la coordinación políticas, la voluntad de subordinar al bien común los poderes económicos, y nos falta sobre todo la toma de conciencia individual y colectiva.
Para crear esta última en el conjunto de la población, los símbolos y las imágenes son más eficaces que los gráficos y las estadísticas. Para llegar a los corazones y las mentes, son más eficaces los relatos que los cálculos. Hay imágenes que son a la vez el resumen de una época que se cierra y el lanzamiento de otra era que se abre. Por ejemplo, la fotografía de la Tierra vista desde la distancia, azul, pequeña y frágil, se ha convertido en el icono de una nueva toma de conciencia.
Para descubrir verdaderamente la Tierra, el hombre ha tenido que desembarcar en la Luna. ¿Cuántos dólares habrá costado esa fotografía? ¿Cuánto costó al metro la Torre Eiffel? ¿Cuánto ha costado la vuelta al mundo del Solar Impulse? "Seis mil inútiles euros por kilómetro", se lamenta un experto de aviación. Quien tal vez no comprenda que los euros pasan, pero a veces los sueños permanecen entre nosotros y se hacen realidad.