La cueva mágica con acantilado salpicada por agua tipo Caribe en el norte de España
Un paisaje idílico y un clima envidiable hacen las delicias de los visitantes.
Si por algo se caracteriza España es por su incalculable valor cultural, su riqueza histórica y cómo no, por los lugares recónditos que se esconden en infinidad de municipios de todo el país gracias a unas características geográficas únicas.
Uno de estos lugares se encuentra en una región que cuenta con unos de los mejores paisajes que se pueden disfrutar en el territorio nacional: Asturias. Y es que, pese a su pequeño tamaño, es una de las comunidades por excelencia de nuestro país, al contar con costa, zonas de interior, cadenas montañosas espectaculares y un clima de envidia.
En este caso hablamos de un lugar que para la inmensa mayoría sonará a desconocido: La Cueva del Pindal. Ubicada en la aldea de Pimiango, es uno de los tesoros que esconde la comunidad. Rodeada de un entorno plagado de acantilados, que unen la montaña con el mar, se encuentran las ruinas de la Ermita de San Emeterio y las ruinas de la Tina.
Este sitio, que se ha convertido en un atractivo turístico para aquellos que visitan la zona, no es una cueva cualquiera, ya que en ella se descubrieron las primeras referencias y manifestaciones de arte paleolítico.
Tras ser descubierto en 1908, fue incluida en los Bienes de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO gracias al encanto de sus paisajes, acompañados por un clima de lo más agradable. Para acceder al lugar es recomendable concertar una cita previa, ya que a la cueva solo se puede entrar a través de visita guiada.
Una vez se inicia el recorrido, se destaca que desde el Cabo de San Emeterio se puede disfrutar de unas vistas inigualables de los acantilados, con el faro del lugar y su vivienda al fondo, ya que continúan en uso aunque no se puede acceder.
Entre las pocas prohibiciones -siempre que se aplique el sentido común- estaría la imposibilidad de hacer fotos una vez dentro de la cueva, a la cual, al acercarse, los visitantes se encuentran con el centro de interpretación junto a las ruinas de la Ermita de San Emeterio que han sobrevivido hasta hoy.
Detrás de ellas se encuentran las ruinas del Monasterio Cisterciense de Santa María de Tina, rodeado de un bosque que lleva directamente a las ruinas, con el mar debajo. Sin duda, es una de las rutas más recomendables que se pueden completar en Asturias, con un paisaje idílico rodeados de vestigios de lo más impresionantes.