Suecia y Finlandia hacen valer su condición de favoritos en la primera semifinal de Eurovisión 2023
Loreen, ganadora ya en 2012 con Euphoria, aspira al doblete frente a la fantasía disruptiva y adictiva del finlandés Käärija
La sueca Loreen y el finlandés Käärijä se han convertido este martes en los grandes triunfadores de la primera semifinal del festival de Eurovisión 2023, que este año se celebra en Liverpool (Reino Unido). Los dos favoritos para alzarse con el micrófono de cristal, según las casas de apuestas, superaron sin problema la eliminatoria y accedieron a la gran final junto a otros ocho países. En contra, Malta, Irlanda, Azerbaiyán, Letonia y Países Bajos fueron eliminados al no recibir el apoyo del televoto, único juez de la semifinal después de que la organización decidiera suprimir este año el voto de los jurados.
En una gala salpicada de continuas referencias a la cultura ucraniana, dado que el vigente ganador ejerce de coanfitrión pese a no poder acoger el festival en su territorio por la guerra con Rusia, Suecia y Finlandia confirmaron sus opciones y fueron las candidaturas más apoyadas en la ciudad cuna de Los Beatles. Loreen, ganadora ya del concurso en 2012 con Euphoria, ha regresado al festival para hacer historia y convertirse en la segunda artista con dos victorias en el concurso, junto a Johnny Logan. Además, su triunfo supondría que Suecia igualaría a Irlanda como el país con más victorias en el longevo concurso, siete en total.
Para ello, Loreen vuelve a derrochar talento y magnetismo con Tattoo, un tema pop de claro sello nórdico con toques electrónicos y un puente étnico que encumbra a la diva eurovisiva. Su impresionante y compleja escenografía, con una Loreen atrapada en mitad de una tormenta de arena entre dos plataformas - una colgada del techo - destila claustrofobia y angustia, pero también puro arte conceptual desarrollado a través de la fascinación de una intérprete sobresaliente.
Aunque Loreen barre como gran favorita entre los apostantes, el finlandés Käärijä emerge como un duro rival a batir. El último gran fenómeno del festival fue ovacionado tras su interpretación del Cha Cha Cha, una canción muy festiva que conjuga en tres minutos de fiesta estilos como el metal y la electrónica. Como si de un púgil se tratase, Käärijä golpea fuerte con su característico bolero verde mientras sus bailarines lucen un vestuario rosa chillón más acorde para ritmos latinos. Una fantasía disruptiva y adictiva que sería una continuación de la apuesta por diferentes géneros que el festival ha emprendido tras encumbrar el rock de Mäneskin en 2021 y el rap con toques folk y música tradicional de Kalush Orchestra el año pasado. Eficaz entre el voto popular, quedará ahora por saber si en la final Käärijä será capaz de que los jurados vean valor artístico a una propuesta que muchos podrían confundir con una mera gracieta.
El resto de países participantes intentaron sumar opciones de victoria ante los dos grandes favoritos. La israelí Noa Kirel, toda una estrella en su país, hizo explotar el estadio con una enérgica puesta en escena de su Unicorn. Digna heredera de Chanel, la artista se marca un dance break de altura que culmina junto a sus cinco bailarines en el centro del escenario. Una candidatura con garra y fuerza que no pasa inadvertida y que puede devolver a Israel a los puestos de cabeza en Eurovisión. Su clasificación estaba asegurada, al igual que la de la noruega Alessandra. La nórdica fue la encargada de abrir el show con Queen of the kings, una actuación de tintes épicos bajo una atmósfera de ficción medieval que encumbró a la reina de reyes pese a algunas imperfecciones vocales.
Dentro de la diversidad de estilos que habitualmente se encuentran en Eurovisión, el voto popular quiso premiar la psicodelia del serbio Luke Black, el folk electrónico con toques étnicos del moldavo Pasha Parfeni o la mezcla de soul, jazz y retro de la portuguesa Mimicat.
Los mensajes sociales y políticos también han sido recompensados en esta primera semifinal. El grupo checo Vesna certificó su pase a la final con My sister's crown, un himno de empoderamiento con fuerte temática feminista, ya que defiende la libertad y la independencia de las mujeres. Por su parte, la sátira croata de Let3 - una propuesta con una connotación antibélica en la que su cantante principal luce un bigote hitleriano - se convirtió en una de las más aplaudidas de la noche como alusión velada a Putin y al gobierno ruso. Los integrantes de la banda acabaron semidesnudos en el escenario mientras dos misiles desprendían pirotecnia, un akelarre visual que acentúa el también carácter kitsch del concurso.
Suiza, un país que se ha resarcido en los últimos años de continuos malos resultados, fue, quizá, la gran sorpresa de la noche al lograr el pase con el joven Remo Forrer y su Watergun, una apuesta tal vez plana pero reforzada por la magistral voz de su intérprete. Por el contrario, la fiesta llena de brillantina y cotillón de los malteses The Busker, el pop alternativo y elegante del grupo letón Sudden Lights, el romántico Burning Daylight de los neerlandeses Mia Nicolai y Dion Cooper, el baño dorado de los irlandeses Wild Youth y el indie sesentero pero con alguna estrofa rapeada de los azeríes TuralTuranX se quedaron fuera de la final.
Este jueves, otros 16 países competirán por hacerse con una de las diez últimas plazas para la final. Será entonces también cuando la española Blanca Paloma ofrecerá un adelanto de su actuación de Eaea, su nana por bulerías mezclada con arreglos electrónicos y aires lorquianos que la mantiene como una de las favoritas. España, al igual que Francia, Alemania, Reino Unido Italia y Ucrania, no tienen que pasar la criba de las semifinales y competirán directamente este sábado por el micrófono de cristal.