Pescado blanco o azul: una prestigiosa médica aclara las diferencias y cuál debemos consumir más
Lo ha explicado en una entrevista en la 'Cadena SER'.
Siempre surge la misma duda entre comprar pescado azul o blanco y una prestigiosa médica ha aclarado, en una entrevista en la Cadena SER, las diferencias y cuál debemos consumir más.
"Las familias, con la vorágine de la rutina, van a comidas ultraprocesadas y rápidas. No se paran a preparar un pescado... Así que no se come tanto por el precio, pero también porque exige ponerse a cocinar", ha señalado la dietista-nutricionista Gloria Hernández (Dietista Magnética) en Gastro SER.
Al ser preguntada sobre cuál de los dos pescados es más saludable, ha asegurado que "los dos" lo son. "El pescado blanco es muy bajo en grasas y calorías, así que se recomienda mucho en las dietas hipocalóricas por su contenido proteína y su valor nutricional", ha señalado.
"Pero el pescado azul también tiene grasas saludables, necesarias para la protección de corazón y cerebro", ha expuesto, antes de recordar que lo ideal es comer tres o cuatro raciones de pescado a la semana y, al menos una, sea de pescado azul.
Lo que indican algunos estudios sobre el azul
El pescado azul es beneficioso para las personas con parientes cercanos que hayan sufrido enfermedades cardiovasculares, según un estudio del pasado mes de diciembre dirigido por investigadores del Karolinska Institutet (Suecia) y publicado en la revista 'Circulation'.
El pescado azul, como el salmón, la caballa, el arenque y las sardinas, contiene los ácidos grasos omega-3 ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA). Estos ácidos grasos son importantes para muchas de las funciones del organismo, pero no pueden ser producidos por éste y deben obtenerse de la dieta. Numerosos estudios han demostrado que es importante que todo el mundo siga una dieta que contenga omega-3.
En el amplio estudio internacional se demuestra que es probable que sea especialmente importante para las personas con antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, como las cardiopatías coronarias mortales y no mortales, como la angina inestable, el infarto de miocardio y la parada cardiaca, y el infarto cerebral (ictus).
"Las enfermedades cardiovasculares son hasta cierto punto hereditarias, como demuestran los estudios de gemelos, pero ha sido difícil identificar los genes que las controlan. Por tanto, una hipótesis sólida es que se trata de una combinación de genética y medio ambiente", afirmó Karin Leander, catedrática y profesora asociada de epidemiología del Instituto de Medicina Ambiental, Unidad de Epidemiología Cardiovascular y Nutricional, Karolinska Institutet, e investigadora principal del estudio.