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Revelan el dolor de saber que nunca tendrás nietos para darles amor: "Habría sido una buena abuela"

Revelan el dolor de saber que nunca tendrás nietos para darles amor: "Habría sido una buena abuela"

Son varias las personas de la tercera edad que echan en falta tener nietos.

Una abuela con su nieto en una imagen de archivoJordi Mora Igual vía Getty Images

Puede ser una cuestión generacional o una falta de herramientas con las que desarrollar un proyecto de vida. Los motivos por los que las nuevas generaciones no tienen hijos o hijas son variados. En cualquier caso, hay otro sector de la población que también tiene una opinión al respecto. 

Se trata de la tercera edad. Anette, de 71, ha relatado, en declaraciones que ha recogido y difundido el portal web Zeit, cómo se siente al saber que su familia no será más grande. "Me duele mucho que no haya nietos a quienes pueda darles mi amor", ha afirmado. 

Para su marido, según ha contado la propia mujer, "no es tan malo". "Él mismo es hijo único. Nunca pudo entender por qué amaba tanto a los niños de la guardería, por ejemplo por qué les compraba manualidades con mi dinero", ha apostillado. 

Ella colaboraba a modo de abuela de guardería. Es decir, ejercía de niñera de algún niño. 

Otra de las mujeres que ha hablado con el portal es Ulrica Eichler, de 62 años. "Mi hijo tiene 38 años y vive con su novia ucraniana en Mallorca. Van a bucear todo el día y creo que son muy felices juntos", ha relatado, antes de concluir que ella "nunca mencionaría el tema de los niños. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de cosas". 

Y no sólo les pasa a las mujeres. Richard Bechinger, de 80 años, ha hablado en la misma línea. Su hija, única, se fue a estudiar a Berlín y más tarde encontró una pareja,  con la que se fue a vivir a Italia. Una vez le preguntó a la joven si tendría hijos, pero su esposa le indicó que no podía hacer ese tipo de preguntas, porque a la joven "definitivamente no le gusta"

"Mi vida es muy buena tal como es. Estamos satisfechos. Cuando te levantas por la mañana y ves que tus brazos todavía se mueven, tus piernas también y tal vez alguien te está sonriendo, ¿qué más podrías pedir?", ha concluido Bechinger.