Ni putas, ni ninfómanas, ni enfermas: sexualidad y mujer

Ni putas, ni ninfómanas, ni enfermas: sexualidad y mujer

Nuestro deseo siempre es más o menos que otro: el masculino. No nos dejan tener el que sea. Siempre comparándonos y estando a expensas de un modelo masculino de sexualidad que no nos representa. Donde el coito es el imperativo, donde los orgasmos no son para nosotras, sino para que el otro se sienta capaz y competente. Donde estamos enfermas o eso nos hacen creer. Y donde es urgente que nos mediquemos.

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Foto: ISTOCK

En este post me gustaría hablar de cómo debe de ser una mujer en cuanto al sexo. ¿Qué se espera de nosotras? En definitiva, como ya sabéis (léase en tono irónico), una buena mujer debe de tener todas sus facetas bien cubiertas. Esposa, madre, trabajadora y amante.

¡Es verdad! No nos basta con ser mujeres. ¡Nooo! Ahora queremos ser madres (algunas), trabajadoras (incluso emprendedoras), esposas, hacer ejercicio, ir a la moda y tener tiempo libre. Todo ello, enmarcado en una talla 38 (o 36) y que no se nos noten las ojeras.

Todo ello sin que baje nuestro rendimiento laboral (porque no vale trabajar, hay que sobresalir). Sin que nuestros hijos lo noten (porque estamos en la onda de la maternidad consciente e involucradas en la educación de nuestrxs hijxs). Todavía resistentes a delegar el cuidado de los hijos (porque sí, queremos que nuestras parejas compartan la crianza de los hijos, pero nadie lo hace mejor que YO). Exigentes sin compasión (con nosotras mismas, digo, ¡claro! Porque a nadie se le machaca mejor que a una misma).

¿Y el sexo? En medio de todo este follón, ¿saben ustedes donde queda el sexo, y el deseo sexual, no?

¡¡Se va, se esfuma!! Porque supongo que es normal no poder con tanto y dejar alguna asignatura para más tarde. Ya si acaso, la semana que viene, ya si acaso, el mes que viene.

Porque si entramos en los pantanosos terrenos de la sexualidad..., ¿qué se espera de nosotras en el sexo? No, aquí tampoco nos quedamos cortas. Decidme si no es para volverse loca del todo.

Mujeres y sexo:

Debemos de ser señoras y castas para afuera, pero putas en la cama.

Debemos tener deseo, pero ser pasivas y complacientes.

Con mucho deseo; somos ninfómanas

Con poco deseo; estamos enfermas

Con muchas parejas: unas putas

Con pocas parejas: unas estrechas

Con orgasmos clitoridianos: inmaduras

Sin orgasmos multiples: defectuosas

Sin eyaculación durante el orgasmo: incompletas (no estamos a la moda, claro)

Somos lentas, complicadas, enigmáticas.

¿¿Algo más??

Con este panorama, señoras, una no tiene más remedio que mandar el sexo a freír espárragos. Una mujer no puede tener una sexualidad normal, libre, placentera con todo lo que le cae encima.

Y luego me preguntan por qué las mujeres tienen menos deseo que los hombres. No sé si las mujeres tenemos menos deseo, pero lo que es seguro es que el que tenemos, lo tenemos reprimido, juzgado, comparado y patologizado.

Porque nuestro deseo siempre es más o menos que otro: el masculino. No nos dejan tener el que sea. Siempre comparándonos y estando a expensas de un modelo masculino de sexualidad que no nos representa. Donde el coito es el imperativo, donde los orgasmos no son para nosotras, sino para que el otro se sienta capaz y competente. Donde estamos enfermas o eso nos hacen creer. Y donde es urgente que nos mediquemos.

No me gusta escuchar a compañeras sexólogas decir que cuando una mujer tiene poco deseo y la sexualidad de una pareja se va al traste, intenten activar su vida sexual yendo a un hotel. Porque la vida sexual de una mujer no se soluciona con una escapada romántica cada vez que la puedan pagar. El problema es bastante más recóndito, insondable y abismal. Y a grandes problemas, grandes soluciones.

Y este no es un artículo sobre el patriarcado, pero la realidad es que el patriarcado siempre lo impregna todo de una manera transversal. ¡Dejen a nuestro deseo en paz! Y os diré una cosa, chicas, o hacemos algo para salir de esta o andamos listas. Porque no podemos vivir eternamente en este Síndrome de Estocolmo.

Si te sientes un poco frustrada, reprimida, agobiada, o hasta las narices de vivir tu sexualidad a través de los ojos de otro, comparte y quédate conmigo.

Este artículo fue publicado originalmente el blog de la autora.