Otra Europa, europea
La situación confronta a los ganadores contra los perdedores en la crisis, y denuncia una terrible injusticia en el reparto de la carga. Los que no la causaron, la sufren espantosamente bramando su protesta en las redes y en la calle.
El acompañamiento ideológico de la hegemonía conservadora en el manejo desastroso de esta interminable crisis ha basculado en el asalto al crédito de la política. La pretensión inaceptable de que el único objeto de la política sea "calmar los mercados" encubre un deslizamiento de la "soberanía" y del "poder constituyente" cimentado en un divorcio de la ciudadanía. Una vez se renuncia a la fiscalidad progresiva para abandonarse a la deuda, los "mercados" asemejan un monstruo que anda suelto y nos amenaza con devorarnos.
A partir de ahí la respuesta europea ha resonado poco, tarde y mal; y "para salvar el Euro", no a los ciudadanos. El resultado ha sido un paisaje hobbesiano: Todos contra todos. Desconfianzas cruzadas. "Desunidos en la adversidad". Norte contra sur; acreedores contra deudores. Para muchos de sus críticos, "Alemania contra todos" (la "plantilla moral" de la que habla Ulrich Beck).
Lo cierto es que esta situación confronta ahora a los ganadores contra los perdedores en la crisis, y denuncia una terrible injusticia en el reparto de la carga. Los que no la causaron, la sufren espantosamente bramando su protesta en las redes y en la calle. El grito en Grecia, Chipre y Portugal es terminante: "Troika, saca tus zarpas de mi país", con la misma virulencia con la que Charlton Heston se zafa de sus captores en El Planeta de los Simios. Los ciudadanos se rebelan cabreados contra el despotismo tecnocrático de la Troika.
Para muchos de nosotros en la izquierda europea, lo que ha ocurrido no obedece a la falta de elementos de juicio alternativo, sino a una clamorosa falta de voluntad. Dos lecciones parecen claras: a) la contradicción crucial en esta crisis no es ya la que enfrenta a capital y trabajo, sino la que enfrenta a la economía financiera con la economía productiva, a la que estrangula con saña. b) El "optimismo de la voluntad" ha solido contraponerse al "pesimismo de la razón", pero ahora se enfrenta al ¡pesimismo de la voluntad!: lo que conduce en toda Europa al actual estadio de frustración, resignación y fatalismo.
Las propuestas de la izquierda delinean la alternativa, y esta alternativa requiere adoptar decisiones dotadas de un sentido estratégico: revisar los plazos, la reducción del déficit, cambiar al BCE para que el crédito llegue a las Pymes y familias; un nuevo pacto fiscal que financie el crecimiento (nueva economía basada en el I+D) y el empleo, junto a la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
Lo que ya no es discutible es que la política aplicada hasta la fecha sencillamente no funciona. Estamos ante el fracaso contrastado de la inviable alemanización de Europa; tanto por razones económicas (es imposible que todas las economías del euro tengan al mismo tiempo superávit por cuenta corriente y en su balanza comercial), como por razones políticas (la alemanización económica haría a la UE ingobernable, con una política defectiva, desacreditada y dominada por el cinismo, la apatía, la indiferencia).
La necesaria recuperación de la política europea pasa por las Elecciones Europeas de 2014. Contra el pesimismo y el fatalismo; hay que disponerse a una lucha a brazo partido. Sin perder un segundo, la primacía de las personas -los ciudadanos europeos- exige plantar cara al tentador cóctel del nacionalismo y el populismo. Un Parlamento Europeo (PE) trufado de Grillos, populismos xenófobos, extrema derecha y nacionalismos insolidarios sólo puede empeorar las cosas. El PE sería así totalmente prescindible para los gobiernos nacionales que se creen más fuertes -"más iguales que otros"- y que han impuesto su interés tomando la sartén por el mango.
Recuperar la agenda social europea exige explicar que "la solidaridad" no es un "riesgo moral", es la razón de ser de Europa. Recuperar la agenda democrática exige explicar que la ciudadanía europea no es un "lastre" ni un "obstáculo". No es preciso evocar a Lincoln -"La democracia como gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo"- para saber que en ningún caso puede hacerse política contra el pueblo.
¡La primera oportunidad de corregir esa correlación de esas fuerzas es 2014! Pero también puede ser la última. Hay algunos que solo esperan a que las elecciones en Alemania cambien su rumbo en 2013. "¿Alemania es el problema, Alemania la solución?" Yo no lo creo. Todos los demás europeos tenemos que dar respuesta, hagan lo que hagan los alemanes con Merkel.
El PE es el poder legislativo de la UE. No es verdad que se ocupe solamente de los "pesticidas de las abejas", y de "etiquetas de yogures". Regula la Fiscalidad, el Presupuesto, el Marco Financiero, los derechos fundamentales de los europeos y la cooperación global: Para determinar su composición, es preciso una intervención democrática, antes de que sea tarde. La propuesta progresista debe ser altereuropeista y reeuropeizadora: Europa debe ser europea. "Si Alemania es el problema, Europa es la solución".
En definitiva es necesaria otra Europa. No ésta identificada con "hombres de negro", paro, recesión, desigualdad, desigualdad, exclusión. Esa otra Europa requiere un sujeto político. Otra Europa Europea, reanimada por una nueva generación de europeos europeístas.