Neumáticos con etiqueta de calidad
Bien está la llegada del etiquetaje de las cubiertas, pero lo mejor que podría ocurrir es que estas etiquetas sirvieran para concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de llevar siempre los neumáticos en perfectas condiciones de dibujo y presiones.
A partir del próximo 1 de noviembre todos los neumáticos que se vendan en la Unión Europea deberán incluir una etiqueta en la que se especifiquen tres características: resistencia a la rodadura, capacidad de frenado en pavimento mojado y generación de ruido.
Estas tres características se mostrarán por medio de unos códigos, que para los dos primeros parámetros son letras que van de la "A", para indicar el de mayor calidad, a la "G", el de menor. Para informar sobre el ruido generado, se emplea un símbolo con tres ondas: si las tres son negras, el neumático es de rumorosidad elevada; dos indica que es de rumorosidad aceptable y una nos indica que el neumático es de bajo ruido.
Esta norma, consensuada por los fabricantes de neumáticos, organizaciones de consumidores y entidades relacionadas con la seguridad vial, va a aportar bastante información sobre el elemento más importante de un automóvil relacionado con la seguridad: el neumático. Hasta ahora, los fabricantes anunciaban sus productos con una serie de datos publicitarios que no siempre corresponden con la realidad. O para ser más precisos, datos obtenidos en unas condiciones de ensayo favorables a cada producto anunciado.
Nada nuevo en el mundo del automóvil, donde se anuncian consumos asombrosos, pero obtenidos en condiciones no publicitadas (neumáticos de baja resistencia a la rodadura; versiones con relaciones de cambio alargadas y elementos aerodinámicos favorables... etc). Todo vale con tal de anunciar consumos "desde" valores que son imposibles de lograr por un conductor medio. Lo mismo ocurre con precios anunciados "desde", para versiones que sólo se comercializan para flotas de alquiler o que aparecen en las listas de precios pero son imposibles de adquirir en plazos razonables.
Falta hacía pues poner un poco de orden en la información que hace referencia a temas tan serios como la seguridad, el consumo o el confort. Pero tampoco vayamos a creer que ya está todo resuelto. La nueva norma deja todavía muchas lagunas y tampoco la información suministrada es tan relevante. Como suele ocurrir, es muchísimo más importante la actuación del conductor que lo que nos dicen estas etiquetas.
Comencemos por los consumos. La diferencia entre un neumático A y un neumático G es de un 7,5 por ciento. Una cifra más que respetable, que en la vida útil de una cubierta puede suponer un ahorro de más de 300 euros. Eso entre el mejor y el peor, porque entre un A y un B o entre un B y un C la diferencia será lógicamente mucho menor. Si hay siete calidades y si la escala no es logarítmica, entre dos categorías consecutivas la diferencia será de poco más de un 1 por ciento. Pues bien, entre ir con presiones correctas o ir con 0,25 bares menos de presión, la diferencia puede ser de más del 10 por ciento. Dependerá del tipo de neumático, del peso del coche, de las dimensiones y de varios factores más.
Por lo tanto, es bueno adquirir neumáticos con códigos A o B, pero diez veces más importante es ir siempre con las presiones correctas; algo que incumple más del 80 por ciento de los conductores en nuestro país.
Pasemos a la capacidad de frenada en mojado. Se dice en la norma que entre un A y un G hay una distancia de 18 metros de frenada a una velocidad de 80 kilómetros por hora. Una cifra respetabilísima que puede significar la diferencia entre estar o no estar sobre la carretera o entre atropellar o no atropellar a un peatón. Como en el caso anterior, entre un neumático B y un C, es decir, entre dos ruedas con código consecutivo, la diferencia será de unos 3 metros. Importante distancia.
A 80 kilómetros por hora, se recorren 22,2 metros en un segundo. Entre un conductor atento y otro despistado, con que reaccione con medio segundo de diferencia, ya habrá recorrido más de 10 metros. De nada sirve disponer de neumáticos de mejor código si no estamos atentos a la conducción; o si no estamos correctamente sentados al volante; o incluso que llevemos un calzado inadecuado. Porque cualquiera de estas circunstancias alargarán la distancia de frenada considerablemente más que la cualidad intrínseca de las ruedas.
En cuanto al ruido, es un factor menos influyente sobre la seguridad o el consumo (aunque también). Ahora que proliferan los grandes todo-terrenos o los SUV con neumáticos adaptados a circular fuera de carretera, focalizar la atención sobre el ruido de rodadura parece bastante anacrónico. Además, el tipo de asfalto y la rugosidad y granulometría son más determinantes para el ruido que el dibujo del neumático.
En definitiva: que bien está la llegada del etiquetaje de las cubiertas, pero lo mejor que podría ocurrir es que estas etiquetas sirvieran para concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de llevar SIEMPRE los neumáticos en perfectas condiciones de dibujo y presiones. Siendo así, llevar un A o un B pasa a ser secundario.