Luces y sombras en la seguridad de los automóviles
Uno de los hechos más sorprendentes relacionados con la seguridad en motocicletas ocurrió en Estados Unidos en los últimos años 80. A raíz de la obligatoriedad de utilizar el caso, los accidentes de tráfico entre los usuarios de motocicletas aumentaron; aumentaron incluso las víctimas.
Dejadme que por una vez frivolice con la información, comentando un par de noticias que ponen de manifiesto la extraordinaria complejidad de todo cuanto rodea al automóvil y al tráfico y donde se demuestra una vez más que todos los elementos que intervienen están en un equilibrio muy inestable. Intervenir en uno de estos elementos, sin considerar otros, puede ocasionar resultados diferentes a los buscados.
Uno de los hechos más sorprendentes relacionados con la seguridad en motocicletas ocurrió en Estados Unidos en los últimos años 80. Allí, en el país de las libertades, donde la Constitución permite a los ciudadanos tener en propiedad cualquier tipo de armas (otra cosa es utilizarlas), levantó no pocas discusiones la obligatoriedad de que los usuarios de motocicletas utilizaran el casco. Finalmente ganaron los partidarios de limitar la libertad de conducir como quiera cada cual, instaurándose esta obligatoriedad en la mayoría de los estados. No en todos, por cierto.
Lo sorprendente es que a raíz de esta obligatoriedad, los accidentes de tráfico entre los usuarios de motocicletas aumentaron; aumentaron incluso las víctimas y no sólo en valores absolutos, sino en valores porcentuales. La causa es que los motociclistas, con casco, asumen una conducción más arriesgada que sin casco. Hubo incluso quien propuso derogar la norma aunque afortunadamente se impuso el sentido común y tras unos años, la cifra de víctimas inició el lógico y esperado descenso. Pero he aquí el ejemplo de que en toda decisión siempre pueden aparecer efectos inesperados.
Cuando los coches comenzaron a instalar los sistemas antibloqueo de frenos, los ABS que hoy son obligatorios en todos los coches nuevos en la UE, hubo quien pensó que también iba a repuntar la siniestralidad debido a que los conductores, sabiendo que su coche mejoraba la calidad de frenada, asumiría también más riesgos. Lo cierto es que el ABS o los sistemas de mantenimiento de trayectoria, como el ESP, son uno de los factores que más han contribuido al descenso de accidentes y víctimas.
Estos sistemas y tantos otros, se incorporan como elementos de serie en los coches modernos, sin un incremento de precio equivalente al valor incorporado. Los coches son cada día más baratos y con más equipamiento de seguridad, en euros o pesetas constantes. Este es otro de los aspectos determinantes en la reducción de la siniestralidad.
Y uno de los elementos que más ha evolucionado es la iluminación. Hace unos días el RACE y la Fundación Alain Afflelou presentaba un interesante estudio sobre la siniestralidad en horario nocturno.
Cifras verdaderamente preocupantes: el 39 por ciento de las víctimas mortales se producen en horario nocturno, pese a que en este horario el número de usuarios es de menos del 20 por ciento del total. Lo que no puede determinar este estupendo estudio es cuáles serían las cifras de siniestralidad si los automóviles siguiesen utilizando los faros de hace 20 años, con bombillas convencionales incandescentes. En pocos años, hemos conocido los faros tradicionales de filamento, después los halógenos, la superficie compleja, los de xenón, la iluminación direccional, la iluminación de intensidad variable y la iluminación por leds. Cada una de estas etapas ha supuesto un avance importantísimo y ha servido para salvar vidas.
Pero queda aun camino por recorrer y, como decíamos al inicio, a veces no sabemos por dónde van a surgir los problemas. Por eso cuento una historia graciosa, relacionada con los faros y que pone de manifiesto que a veces "sale el sol por donde menos esperamos".
En Holanda, las autoridades policiales y las compañías de seguros notaron un extraordinario crecimiento de los robos de faros de última tecnología: faros de una notable intensidad lumínica y de bajo consumo. Inicialmente lo achacaron al elevado coste (más de 1.000 euros) y a la facilidad con que se desmontan estos faros en algunos modelos de coches de alta gama. Una facilidad diseñada para que los costes de reparación, en caso de pequeños golpes, no sea muy elevada. Pero lo que sorprendía a las autoridades es que no aparecían estos faros robados en el mercado ilegal de piezas de recambio. Hasta que se descubrió su destino: las plantaciones clandestinas de marihuana. En efecto: su elevada capacidad de iluminación y sobre todo, su bajo consumo, hacen de estas piezas un atractivo botín para los cultivadores domésticos, cuyo mayor problema es el consumo eléctrico excesivo, que pone sobre la pista del delito. Estos faros, con un transformador de corriente, consumen poco más que un televisor o un equipo de música y por lo tanto no alertan de estos cultivos ilegales.
Se preguntarán cuál es la marca que más está padeciendo estos robos: pues es Porsche, que puede presumir de haber logrado uno de los sistemas de iluminación más eficientes del mercado... ¡y más deseados por algunos!