Para que no habite el olvido: en memoria de Francisco Tomás y Valiente
Francisco Tomás y Valiente no fue solo un jurista, un profesor, un académico, un escritor sino que también fue un ciudadano observador, como se desprende de sus artículos periodísticos; observador de una conciencia colectiva y del devenir de la res-pública, del patrimonio colectivo y democrático de nuestro país y de la defensa de los derechos humanos.
Para que no habite el olvido, recordar que ayer hizo veintiún años del fallecimiento de Francisco Tomás y Valiente.
Para que no habite el olvido, recordar que ayer hizo veintiún años que fue asesinado por ETA en la Universidad. Más allá del recuerdo, de la rabia y del dolor, tenemos la ciudadanía una obligación y un deber cívico con su memoria y su legado en un país desmemoriado con los virtuosos, no se olvide.
Tomás y Valiente, a mi parecer, pertenece a la generación que yo denomino la de los "Seres Horizonte", junto con Ernest Lluch y con Manuel Broseta. Los tres fueron guía y horizonte de la sociedad civil en los años en los que la lucha contra el terror y los violentos aún se debía defender con convicción democrática y cada día había que construir el Estado de derecho y el compromiso con los valores constitucionales.
Gracias a los hombres y mujeres de esa generación y de su ejemplo ético y cívico, hemos podido avanzar en nuestro país en el arraigo democrático y en el ADN constitucional.
El año próximo se cumplirán 40 años de la Constitución de 1978, y no habrá que olvidar que en sus cimientos, crecimiento, desarrollo y construcción, Tomás y Valiente fue una figura esencial.
Francisco Tomás y Valiente no fue solo un jurista, un profesor, un académico, un escritor sino que también fue un ciudadano observador, como se desprende de sus artículos periodísticos; observador de una conciencia colectiva y del devenir de la res-pública, del patrimonio colectivo y democrático de nuestro país y de la defensa de los derechos humanos.
Pienso muchos días: ¿qué artículo hubiera escrito el profesor sobre la crisis de los refugiados, sobre la vergüenza de los campamentos de Calais o Idomeni, construidos sobre nuestra indiferencia? ¿Qué hubiera opinado ante las tensiones constitucionales y territoriales en los últimos años o cuál sería su visión sobre la reforma constitucional? ¿Qué hubiera opinado del libro Patria de Fernando Aramburu (Tusquets, 2016) y de lo relatado por Bittori al Txato?
Cada día se echa de menos su defensa de la tolerancia y por eso le recordamos quienes le admiramos.
Para que no habite el olvido de su magisterio, quiero vindicar su legado, su ejemplo moral y cívico y su ética constante.
Para que no habite el olvido, como decía anteriormente, de su legado y de su memoria, y para que nunca más en un aula universitaria que lleva su nombre, los intolerantes puedan hacer actos contra la dignidad llenos de violencia e intransigencia, habrá que recordar en las plazas públicas y en las aulas una frase del maestro: "Hay que edificar con la razón y la tolerancia como instrumentos".
Fue, es y será Francisco Tomás y Valiente un ser horizonte, mirada limpia, mirada valiente, memoria viva democrática y constitucional.
Para que no habite el olvido: gracias, profesor.
Para que no habite el olvido
y tu memoria camine en el viento
a través de los tiempos.
Para que no habite el olvido
y la luz de tu palabra
alumbre el camino
de un país hoy huérfano
de sueños y de destino.
Para que no habite el olvido