Fortaleza de CiU; recaída del tripartito
La victoria de CiU parece inapelable. Aun cuando la mayoría de la ciudadanía catalana se muestra bastante insatisfecha con los dos años de gobierno de los nacionalistas de Artur Mas, la fidelidad que muestran sus anteriores votantes hacen que se pueda pensar en una mayoría absoluta en el Parlament.
Los resultados del sondeo pre-electoral que el Centro de Investigaciones Sociológicas ha publicado con respecto a la convocatoria del próximo 25 de noviembre en Cataluña dejan pocas dudas, a pesar de que después se recuperen éstas en las estimaciones realizadas. Unas estimaciones que son legítimas, como todas, pero de las que prefiero distanciarme momentáneamente hasta que disponga de los microdatos.
La victoria de CiU parece inapelable. Aun cuando la mayoría de la ciudadanía catalana se muestra bastante insatisfecha con los dos años de gobierno de los nacionalistas de Artur Mas, la fidelidad que muestran sus anteriores votantes y la capacidad de atracción que tiene con respecto a anteriores votantes del PSC y ERC hacen que se pueda pensar en una mayoría absoluta en el Parlament, y, en cualquier caso, una mayoría superior a la actual de 62 diputados. Tanto la situación económica, como la política, obtienen tan malas evaluaciones como en el resto del país; pero aquí las demandas independentistas han dejado a un lado la solicitud de balances de gestión o las quejas por los recortes sufridos por la población en el bienio Mas. La promesa de una Cataluña independiente se ha incrustado como un discurso de ilusión, de expectativas, como discurso de salida de un túnel del que, por contraposición y demagogia, se culpa a España. El discurso imaginario del mañana se impone al discurso de la realidad del hoy y enlaza con el discurso simbólico de ensalzamiento de la grupalidad comunitaria propio de la tradición, que dibuja una comunidad unida, sin conflictos, sin clases; ni siquiera una clase política que fue modélica en el juego de la corrupción, acumulando noticias de casos y redes.
El PSC prolonga la caída libre en la que se encuentra el PSOE. Sólo el 42% de quienes le votaron en las generales de 2011 estarían dispuestos a votarle nuevamente. Puede pensarse que son distinto tipo de convocatoria y que, mientras en las generales salen beneficiados los partidos del estado, en las autonómicas lo son los nacionalistas. Es cierto que hay notables variaciones entre un tipo de convocatoria y otro. Pero es que, además, sólo un 39% de sus votantes en las anteriores autonómicas lo señala como el partido que mejor defiende los intereses de Cataluña y, todavía aún peor, sólo un 46,7% de éstos dice que es el partido en el que tiene mayor confianza.
Si, a pesar de la catastrófica situación económica del país, Rajoy mantiene cierta estabilidad gracias al alimento que le da la infinita caída del PSOE; Mas puede sacar aún mayor partido de esto. Según la tabla de cruce de voto del sondeo del CIS, denominada tabla de transferencias, CiU rebañaría más de un 8% de anteriores votantes del PSOE en las autonómicas.
Permitan ahora un juego de palabras: el partido del que más saca partido CiU es de ERC. El anterior votante de la izquierda republicana catalana valora bien a Mas en un 42% (los votantes de CiU en un 52%, es decir, poco más por encima), el 60% aprueba la gestión de CiU (64% entre los propios votantes de CiU) y, volvemos a encontrarnos con un dato realmente significativo: el 26% de los anteriores votantes de ERC señalan que es CiU la que mejor defiende los intereses de Cataluña. Es decir, según estos datos, seleccionados entre lo que parece una llamativa y repetida señal, el partido de Mas recibirá una amplia transferencia de apoyo desde la izquierda republicana. Tal vez una fuente de felicidad para el día 25; pero un problema continuo a partir del día siguiente, puesto que se trata de una transferencia que llega con la expectativa de la independencia para ese mismo día 26 de noviembre.
Aun cuando ICV-EUiA, la Izquierda Unida de Cataluña, mantenga su cara, el descenso de todos los participantes en el tripartito que gobernó Cataluña hasta el 2010 sigue. Es más, podría decirse que se acelera. Ya no es una caída, sino una recaída, pues sigue a las anteriores.
Quedan aún dos semanas de campaña electoral y, aun cuando cada vez se es más escéptico sobre la capacidad de éstas para modificar el sentido del voto, la encuesta muestra un 36,7% de consultados que dicen que aún no tienen decidido su voto. Bien es cierto que en esta proporción se encuentran los que dicen eso, pero que lo que realmente están diciendo es que no quieren decir que es lo que ya tienen decidido votar. Para superar tales inconvenientes están las estimaciones. Pero, aún así, es un porcentaje importante que, en buena parte, estará especialmente atento a los discursos sobre la relación de Cataluña con España. Unos, a la espera de compromisos más fuertes y concretos con el independentismo, una especie de hoja de ruta certificada. Otros, parece que menos, más atentos a lo que se dice sobre alternativas económicas, gestión del bienestar de los ciudadanos y salida de la crisis.